Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.

Las experiencias vividas recientemente en Cali, demuestran que las autoridades municipales perdieron el control del manejo del COVID-19 debido en buena parte al levantamiento apresurado del aislamiento social obligatorio ordenado por el gobierno nacional para reactivar la economía y por supuesto con la indisciplina social de los caleños que no guardan los protocolos establecidos para contener la expansión del virus que crece en medio de las aglomeraciones de la gente de diferentes sectores socio-económicos que concurren masivamente a los centros comerciales o realizan reuniones y fiestas en donde no es posible guardar el distanciamiento entre las personas que según los expertos constituye el medio idóneo para la propagación del virus.
En este sentido no han valido las medidas de restricción de la libertad de acción a los ciudadanos con la implementación de la ley seca y del toque de queda con el fin de que se cumplan los requerimientos legales y sanitarios dirigidos a proteger la vida y la salud de las personas.
Desde luego que en todo lo anterior cuenta la forma errática cómo las autoridades han procedido sin tener en cuenta las condiciones y circunstancias en que viven los caleños en los distintos barrios y comunas de la ciudad, de su manera de ser, pensar y actuar, ligados a sus costumbres y hábitos y en general a su precaria situación económica y social que hace que en muchos casos su comportamiento social e individual se manifieste de manera anárquica lindando con el desacato y la perturbación del orden público, que no podrá manejarse simplemente con medidas coercitivas o con la militarización de ciertos barrios en donde tienen lugar grandes aglomeraciones de personas en su mayoría desentendidas de la gravedad y el peligro que representan los contagios y la expansión del virus, tal como lo han sugerido algunos concejales.
En este sentido el reto de las autoridades consiste en darle un tratamiento integral a la situación que se vive en la ciudad aplicando en su conjunto una buena dosis de pedagogía sobre los riesgos que corren los ciudadanos sino cumplen estrictamente con los protocolos establecidos para evitar en lo posible el contagio y el crecimiento de la pandemia; además de realizar un seguimiento de la enfermedad y de su evolución, tal como se ha hecho por ejemplo, en la ciudad de Medellín y desde luego aplicando las sanciones a quienes desafían a las autoridades y desacatan el cumplimiento de las normas legales y sanitarias.

En este momento la imagen de la ciudad ha sido presentada en algunos medios como un “modelo del manejo de la pandemia” lo cual no refleja la verdadera realidad que se vive en la ciudad pero que ha sido instrumentada para glorificar la imagen del alcalde Ospina y de su grupo de gobierno, mientras crecen exponencialmente los contagios y en medio de bombos y platillos, a media noche y bajo los acordes del himno nacional el mandatario le abrió la puerta al coronavirus con la reactivación de la economía en favor del comercio organizado e informal y de los propietarios de los negocios que funcionan en las grandes superficies y centros comerciales que fueron ocupados masivamente por cientos de consumidores que se aglutinaron sin mayores controles, poniendo en riesgo su propia vida y la de sus familias.
Esta situación no debe repetirse en los próximos días en que tendrán lugar otras jornadas sin IVA, que se convirtieron en un incentivo peligroso y de estímulo a la sicología del consumismo desenfrenado, que tan solo beneficia aunque temporalmente a los comerciantes afectados con la crisis económica y sanitaria que invade al país y que según el presidente Duque se extenderá hasta el fin de año.
Desde la VEEDURIA POR LA DEMOCRACIA Y LA CONVIVENCIA SOCIAL consideramos necesario que a nivel de los barrios y comunas en donde se suceden hechos de indisciplina social y desacato de las autoridades, se constituyan comités de apoyo a las autoridades sanitarias y administrativas integradas con los líderes de la comunidad, con el fin de establecer unas pautas mínimas de comportamiento social para garantizar la seguridad, la convivencia social y el bienestar general de los ciudadanos, libres de la posibilidad de contagiarse con el virus, conjuntamente con la asistencia social y económica que se debe prestar a aquellos hogares mas vulnerables de la ciudad.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social