P. Héctor De los Ríos L.
Vida nueva
Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43 – Salmo: 118- Segunda lectura: Colosenses 3,1-4- Evangelio: Juan 20,1-
Cristo resucitado, éste es el mensaje central de la liturgia de Pascua. Ante todo, Jesucristo resucitado, como objeto de fe, ante la evidencia del sepulcro vacío: “vio y creyó” (Evangelio). Cristo resucitado, objeto de proclamación y de testimonio ante el pueblo: “A Él, a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer día” (primera lectura). Cristo resucitado, objeto de transformación, levadura nueva y ácimos de sinceridad y de verdad: “Sed masa nueva, como panes pascuales que sois, pues Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado”
¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro de los Hechos de los Apóstoles es una óptima lectura para el tiempo pascual. Aquellos primeros cristianos fueron la “comunidad de Jesús Resucitado”, el Señor que sigue actuando, invisiblemente, por medio de su Espı́ritu, y visiblemente por medio de su comunidad. No les faltaron dificultades, persecuciones y martirio. Pero en verdad, primero los apóstoles y luego otros discı́pulos, como los diáconos o Pablo y Bernabé, dieron testimonio valiente de Cristo Jesús y fueron construyendo comunidades llenas de fe y alegrı́a. Es un libro que la comunidad cristiana puede tomar como espejo en estas semanas, para estimularnos a seguir su ejemplo de firmeza en la fe y en el testimonio.
El pasaje de San Pablo en su carta a los de Colosas es el más apropiado para este domingo. Es breve pero denso y estimulante: “ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de allá arriba”. Celebrar la Pascua del Señor es asumir coherentemente lo que representa de novedad de vida en el Espı́ritu: “aspiren a los bienes de arriba”, porque caminamos hacia la misma meta que Cristo: “entonces también ustedes aparecerán, juntamente con él, en gloria”.”. La levadura o el fermento del pan lo compara San Pablo con la malicia o la corrupción, y quiere que las comunidades cristianas estén libres de ese mala levadura. Un pan sin levadura es pan “ácimo”. Ası́ deberıía ser la comunidad, un pan sin malicia.
En el Evangelio de Juan, nos encontramos con la experiencia de Marı́a Magdalena, testigo del sepulcro vacı́o, que corrió a anunciarlo a los apóstoles, convirtiéndose ası́ en “apóstol de los apóstoles”, la primera evangelizadora de la Buena Noticia. También Pedro y Juan ven el sepulcro vacı́o. Ninguno de ellos se acaba de creer que Jesús haya resucitado: “no habı́an entendido la Escritura: que Él habı́a de resucitar de entre los muertos”.
¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Naturalmente, el mensaje de este dı́a de Pascua es la resurrección de Cristo: la noticia mejor de todo el año para los cristianos. La que cambió la vida de los primeros discı́pulos. La que anunció Pedro, en su catequesis en casa de Cornelio: que a ese Jesús “a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer dı́a y lo nombró Juez de vivos y muertos”. Vale la pena que resuene, también en las misas de este domingo, el anuncio gozoso de los ángeles a las mujeres (según el evangelio de la noche): “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquı́: ha resucitado”. Es bueno detenernos en esta convicción -”Cristo es el que vive”-, porque nos hace falta para seguir con más ánimos nuestro camino cristiano. Lo mismo que, si leemos el evangelio de Emaús, la tarde del domingo, nos tenemos que dejar convencer también nosotros y llegar a “reconocer” al Resucitado en su Palabra, en su Eucaristı́a, en su comunidad.