Carlos Cuervo
Emprendedor y empresario con formación en Ingeniería Industrial. Desde 1984 hasta 1988 Ingeniero de sonido para el Instituto Colombiano de Ballet y la Orquesta Sinfónica del Valle, Pionero del canal de Telepacífico entre 1988 a 1992 a través de una programadora regional en donde se desempeñó como socio y director comercial. Fundador y propietario desde 1993 hasta el 2009 del restaurante y Café-bar Caffetto. Escritor y editor del blog pulso de Opinión desde mayo del 2010, y desde mayo de 2011, parte del equipo de blogs del diario Occidente de Cali. A partir de junio de 2014 colaborador de la página editorial del Diario occidente hasta el 2018. Secretario de la JAC San Antonio desde 2016 hasta enero del 2019, community manager para Antigua Contemporánea entre 2017 al 2018, asesor en procesos de consultoría de ciencias de datos para Blaucast Media desde 2018.

La abeja Melífera acaba de ser declarada como el ser vivo más importante sobre la tierra, por lo cual se ha convertido en un animal con altas prioridades de protección debido a su labor de polinización en al menos el 70% de la producción agrícola del mundo.
Las poblaciones de la Apis Melífera y otras especies de polinizadores se han visto muy afectadas según estudios realizados en Europa entre el 2003 al 2010 por el empleo masivo de una nueva serie de insecticidas denominados Neonicotinoides, ante lo cual se determinó suspender o disminuir el uso de estos desde el 2012.
Entre las razones encontradas se informó que los insecticidas causan perdidas en la capacidad de orientación de las abejas, las vuelven frágiles ante los ataques de los parásitos y de ácaros, provocando la disminución sustancial de las poblaciones de obreras llevando al panal al fracaso.
La revista Nature acabá de divulgar el pasado 24 de septiembre un estudio bajo la autoría de Celeste Azpiazu, Jordi Bosch, Elisa Viñuela, Piotr Medrzycki, Dariusz Teper & Fabio Sgolastra, en donde se establece una nueva combinación de factores que adicionados a los compuestos Neonicotinoides, producen los resultados adversos que ocasionan la desaparición de las colmenas, ante lo cual hay nuevas recomendaciones para revertir esta tendencia.
Ante este panorama resulta indispensable para nuestra supervivencia alimentaria emprender programas de repoblación de abejas a través de la apicultura, actividad que se caracteriza por ser eco-sostenible y propicia para desarrollarse en nuestras áreas protegidas.
El litro de miel de buena calidad se comercializa actualmente entre los 35 a 40 mil pesos. Y para iniciar una producción sostenible se requieren de al menos 10 panales por unidad familiar con una inversión estimada de 10 millones. Y hay una lista adicional de productos derivados como el polen, la cera, la Jalea Real entre otros.
Por estas razones Jaime Alberto Celis director del parque Farallones de Cali planea buscar recursos para incentivar este proyecto entre al menos 294 familias caracterizadas, con un potencial de alcanzar a otros quinientos grupos familiares.

La apicultura además de ser generadora de recursos económicos fomenta la presencia de cultivos pequeños (huertas caseras) en áreas hasta de 5 kilómetros a la redonda de las colmenas.
Sabemos por datos del comité de cafeteros del Valle que en la zona de ladera de Cali existen 547 fincas cafeteras con 646 hectáreas sembradas, de ellas 86 fincas están al interior del parque Farallones, con una área cultivada de 109.5 hectáreas. En la zona de reserva forestal hay 291 fincas con un área cultivada de 329.4 hectáreas, y en cultivos de verdadero café orgánico, las abejas con su trabajo de polinización hacen una excelente combinación en función de la conservación y del desarrollo sostenible.
También conocemos a partir de datos recopilados por Fedeabejas Colombia, que para abastecer nuestro mercado interno se requieren de 35 millones de litros de miel pura adicionales a la producción actual, que se elaborarían en 90 mil nuevas colmenas, lo cual muestra un mercado con amplias posibilidades de crecimiento.
De esta manera concluimos que hay un mercado potencial, existen fincas cafeteras en las dos zonas protegidas de Cali que son aliadas de la apicultura y tenemos la necesidad de continuar proponiendo alternativas eco-sostenibles a los campesinos y habitantes de las zonas protegidas, además como si fuera poco existe la premura mundial por repoblar el planeta con abejas y otros polinizadores. Así que el proyecto es interesante y solo requiere de decisiones políticas o privadas con visión a futuro.