Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.
El Populismo de nuestro tiempo al igual que en el pasado, hace parte de amplios movimientos y partidos políticos inspirados en diferentes concepciones ideológicas, surgidas sobre la base de determinadas relaciones económicas, políticas y sociales y de la lucha contra la explotación económica del trabajo, la discriminación social y de género y la exclusión política del pueblo o de varias clases o grupos sociales que terminan enfrentándose al poder del Estado, ante la incapacidad de los gobernantes de resolver los problemas fundamentales de la sociedad.
Su irrupción en varios países de Europa, América Latina y en los Estados Unidos se encuentra estrechamente vinculado a las crisis por las que atraviesa el mundo capitalista, que comienza a presentar índices cada vez mas bajos de crecimiento económico y desarrollo social, aumentando el parasitismo de sus clases dominantes que ya no cuentan con la vitalidad suficiente para dirigir los asuntos del Estado y de la sociedad, lo que tiende a extenderse y profundizarse en los actuales momentos generándose un proceso de descomposición a todos los niveles de la vida social.
En el marco de la sociedad capitalista los populistas tienden a convalidar las políticas económicas y sociales del régimen una vez logran afianzarse en el poder del Estado, no obstante sus diferencias en materia de política económica y social, en tanto que en otras ocasiones no se someten a la hegemonía de las clases dominantes, al tiempo que buscan desmontar las políticas de los gobiernos que han sido derrotados electoralmente por ejemplo, en USA con el gobierno del magnate nacionalista Donald Trump, el Brexit en Inglaterra y con los cambios políticos en Hungría, España, Grecia y en América Latina inicialmente con Juan Domingo Perón, el Neoliberal Menem, los Kichtner, en Venezuela con Hugo Chávez y Nicolás Maduro y en el Brasil con los gobiernos de Lulla Da Silva y Dilma Roussef, que lograron realizar un conjunto de reformas políticas y sociales en favor de los sectores mas vulnerables de la sociedad, sin que se modificaran las bases mismas del sistema capitalista.
En la actualidad, el nuevo presidente de Méjico, López Obrador, considerado como un populista de izquierda, no despierta mayores desconfianzas respecto del manejo y funcionamiento de la política económica de libre mercado, no obstante las diferencias que tiene con el actual mandatario del Brasil Jair Bolsonaro, considerado así mismo como un populista perteneciente a los sectores políticos de la derecha de ese país.
En cuanto al populismo disfrazado bajo diferentes formas y modalidades, Colombia constituye un capítulo aparte cuya historia se remonta en el tiempo con el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla reapareciendo en el gobierno de Belisario Betancourt con su “casa sin cuota inicial” para luego legitimarse con la aprobación de la Constitución de 1991 en el gobierno de Cesar Gaviria, Samper, Barco y Pastrana con programas sociales como “familias en acción” y otros que continúan durante los gobiernos de Uribe, Santos y el presidente Duque.

Para los líderes populistas la voluntad del gobernante debe identificarse con la voluntad del pueblo e interpretar sus intereses y necesidades independientemente de los antagonismos de clase que se expresan en la sociedad. En términos generales los populistas utilizan las reformas para introducir algunos cambios en el orden económico, político y social, casi siempre relacionados con aspectos que tocan con los salarios, primas, pensiones, impuestos, subsidios, gasto social, inversiones de capital, que en muchos casos traen consigo grandes crisis en materia monetaria, crediticia, fiscal, inflación, parálisis de las inversiones, fuga de capitales y desempleo. Dichas reformas tienden de alguna manera inicialmente a amortiguar los conflictos sociales y a calmar los ánimos de algunos sectores sociales del pueblo y en otros casos, a exacerbar aún mas los conflictos sociales con los efectos negativos que comienzan a producirse con la aplicación de las políticas públicas.
De todas maneras, ninguna de las reformas que plantean los populistas estan encaminadas a erradicar las verdaderas causas de los problemas sociales ni de los distintos fenómenos que se producen en la práctica social.
Desde luego que esto no significa que todas las reformas “deben ser descartadas de plano”, sin entrar a considerar aquellos aspectos relacionados con los derechos y libertades de los ciudadanos que viven en lo fundamental de su trabajo y del pueblo en general, especialmente si con ello se trata de avanzar en la lucha contra la desigualdad social, la pobreza y el afianzamiento de la democracia económica y social, la paz, el progreso y el bienestar social.
El populismo ligado a determinados grupos sociales afectos al fascismo, el racismo, la xenofobia, el chauvinismo, constituye una amenaza y un peligro no solo para la convivencia social sino para el desarrollo de la democracia, en tanto se vale en muchos casos de la violencia para defender sus reivindicaciones políticas y sociales.
Por otra parte, los populistas de corte liberal, socialdemócrata y de la izquierda radical que plantea como alternativa de solución de los problemas económicos, políticos, sociales, culturales, ambientales, etc., un cambio de modelo para gobernar la sociedad, recogiendo los aspectos esenciales del régimen capitalista con algunas modificaciones, poco o nada tienen que ver con un verdadero cambio social que conduzca al acceso del poder del Estado por las fuerzas democráticas y progresistas de la sociedad, pertenecientes a las clases y sectores sociales que como autores y actores de su propio destino histórico han contribuido con su trabajo a crear la riqueza social de la cual se ha apropiado un sector privilegiado de la sociedad al cual habrá que enfrentar siendo necesario no solo tener el conocimiento de la realidad social sino la experiencia vivida por otros pueblos que luchan por alcanzar los objetivos y metas dirigidas a construir una sociedad mas justa y equitativa, conjuntamente con el respeto a los derechos humanos, la ampliación de la democracia, la estabilidad de la paz, el progreso y el bienestar general para todos los integrantes de la comunidad.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social