Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.

En 1992, durante el gobierno del Presidente Cesar Gaviria, el país vivió uno de sus mas oscuros momentos energéticos de emergencia nacional decretando el mas severo racionamiento. Los cortes de energía, que algunos días duraron mas de nueve horas, se complementaron con la adopción del horario de verano, conocido como la “hora Gaviria”, que consistía en adelantar una hora el reloj para aprovechar mejor la luz natural.
Se atribuyó la crisis al errático fenómeno climático del Niño. El cual, fue reportado por primera vez en 1892, relacionado con el calentamiento de las aguas del Océano Pacifico, derivando su nombre en razón a que su ocurrencia se presenta en época navideña, aumentando la temperatura del agua, causando severa escasez de lluvias y prolongada tiempo seco.
El último susto energético lo sufrimos levemente hace cuatro años, cuando tuvimos que racionar voluntariamente el 5% del uso de energía, igualmente atribuible al mismo fenómeno climático.
Lamentablemente Colombia sustenta su oferta energética en aproximadamente un 69% en hidroelectricidad, vulnerable al fenómeno del Niño, pero la forma más viable y sostenible de las llamadas energías renovables. La última inversión ha sido la polemizada Hidroituango, la cual aportará el 16% de las necesidades nacionales.

Colombia es potencia y ejemplo global de generación de energías renovables y limpias.
Desde la promulgación de la Ley 1715 de 2014, la cual proporciona beneficios tributarios a desarrollos energéticos renovables no convencionales, el país ha despertado de la hidrodependencia tradicional y explorado nuevas fuentes.
El Ministerio de Minas y Energía prevé diversificar la matriz de energía para el año 2022 pasando del 1% al 12% provenientes de fuentes renovables no convencionales.
En el territorio nacional se han registrado 392 proyectos de energía solar, 14 de biomasa y 9 de energía eólica. La costa caribeña y particularmente el Departamento de la Guajira, poseen condiciones excepcionales para generación de nuevas fuentes solares y eólicas. Ecopetrol ha puesto en marcha una granja solar en el Departamento del Meta, Enel Green Power en el Cesar, Celsia lo ha hecho en Yumbo y el principal protagonista energético EPM en Antioquia.
El sector agroindustrial azucarero es el mas importante cogenerador sucro-energético de biomasa utilizando el bagazo de caña. La Industria de Licores del Valle ha entregado una área de aproximadamente 40 hectáreas para ambicioso desarrollo energético solar a un incógnito inversionista.

La pasividad de EMCALI con el potencial de transmisión y la red de usuarios mas extensa de la región, duerme en el laurel del sueño de los justos, en vez de impulsar la autogeneración de energía promoviendo inversiones para beneficio propio.
El enorme potencial de luminosidad vallecaucana es aprovechado individualmente en generación auto sostenible solar por miles de empresas manufactureras, agroindustriales, comerciales y residenciales sustituyendo la dependencia de suministro de EMCALI y los cortes de energía por deficiencia de obsoletas redes de transmisión.
Aun hay tiempo para que EMCALI navegue en la ola de buenos vientos para energías renovables no convencionales y el Valle del Cauca no puede ser inferior al país en aportar a sus propias necesidades energéticas.