
Efraim del Campo Parra
Politólogo con maestría en Política (Sheffield, UK), y ciencias políticas y relaciones internacionales (Ginebra, Suiza). He sido consultor en programas de desarrollo económico sostenible para la Organización internacional de Trabajo (Suiza) y la Cámara de Comercio Hispanoamericana de Carolina del Norte. Especialista en desarrollo sostenible y política pública.
Con asombro he observado en las últimas semanas que el alcalde Armitage ha brillado por su ausencia en el dialogo nacional. Aunque el comité de paro tenga unas exigencias que competen al presidente Duque, el alcalde Armitage se ha limitado a problematizar las marchas pacíficas como un problema de seguridad que tiene como única solución el ESMAD. En todas sus declaraciones en medios de comunicación, no se menciona la más mínima intención de establecer un comité de dialogo local para entender las inconformidades de los caleños frente a problemas que sí son competencia del gobierno local, como lo son medio ambiente, educación y empleo.

El alcalde Armitage, al igual que muchos líderes políticos, no han logrado entender la nueva realidad y transformaciones que vive el país actualmente porque siguen gobernando con lógicas anacrónicas en un nuevo país. Entender las marchas como un problema de seguridad y estigmatizarlas es la mayor muestra de la incapacidad del alcalde de darle solución a los problemas que aquejan a los caleños, en especial a los jóvenes en el oriente de la ciudad que ni acceso a educación universitaria o empleo digno tienen.
Aunque los hechos ocurridos la noche del 21N fueron un llamado de atención sobre la problemática social y cultural que tiene Cali, hasta hoy en día el alcalde no ha dado señales de re-orientar proyectos y programas sociales o iniciar diálogos con comunidades y jóvenes para entender y mitigar la bomba social que tiene Cali en la zona de ladera y oriente. Para nadie es un secreto que la falta de oportunidades educativas, económicas y culturales motiva a nuestros jóvenes a “rebuscársela” en la informalidad o ilegalidad, como también lo es que la presente administración fue incapaz de darle respuesta oportuna y eficiente a las demandas sociales de las comunidades más vulnerables de Cali.
La violencia que vive Cali no solo debe entenderse como un problema de seguridad, sino en cambio como una problemática social y cultural, por la cual nuestros jóvenes están en las calles exigiendo el cumplimiento de sus derechos constitucionales y las garantías de las condiciones más elementales de vida, como lo son un ambiente sano, acceso a educación y empleo. Si el alcalde Armitage y su equipo no logran entender esto, creo que su gobierno le ha fallado a la ciudad.

Como lo dije en mi columna anterior, creo que este es un momento en donde los líderes políticos tienen que tener humildad, capacidad de auto-crítica y voluntad de acción. Es una verdadera lástima que el alcalde Armitage no logrará entender el descontento social que viven los ciudadanos en Cali y que su respuesta se limite a despejar las calles con el ESMAD.
Solo espero que nuestro próximo alcalde y su equipo entienda la nueva coyuntura política, y permita un dialogo entre todos los sectores de la ciudad, con el fin de construir un proyecto de ciudad viable y sostenible en la que quepamos todos. Creo que es hora de demostrar que en Cali podemos construir ciudad dialogando.