La ciudad desmoralizada

Por Nicolas Ramos Gómez |
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Nicolás Ramos G

Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP


Lo que le ocurre a Santiago de Cali es más que preocupante, pues no solo se ven crecer los delitos y desmejorar su calidad de vida día a día, sino que para ningún problema se ve una solución y con tristeza es todo lo contrario, es una ciudad desmoralizada que no cree en su alcalde, sus concejales, sus funcionarios públicos y autoridades. La ética y la honestidad eran valores que formaban parte del patrimonio de sus habitantes y orgullo de quienes ejercían funciones públicas.

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Estamos ad portas de la Semana Santa, una tradición que se inicia el Domingo de Ramos con la bendición de las palmas, la presencia en cada Parroquia de gran cantidad de fieles y la competencia el Jueves Santo de los monumentos entre las distintas parroquias o comunidades religiosas. Era día en que todas las señoras y señoritas lucían sus mejores sayas o galas y era conocido el comportamiento señorial de las gentes.

Hoy todo eso ha desaparecido, solo se ve patanería, como decían los abuelos cuando una persona olvidaba los deberes de la cortesía y las buenas maneras que se enseñaban desde la infancia. Eso es lo que se ve en el tránsito vehicular, los robos y atracos en las calles, en las residencias y el creciente aumento de los asesinatos.

A ello se agrega que sus instituciones públicas no funcionan, solo se comentan las grandes pérdidas, los robos del cableado eléctrico y telefónico por poner un ejemplo, de alto costo para la comunidad que al final es quien los paga. Y qué decir del robo de automóviles y motocicletas. Son bandas bien organizadas, pero pareciera son invisibles para las autoridades, pese a que todo el mundo sabe dónde se consigue lo robado o donde exportan cobre, que Colombia nunca ha producido.

A lo anterior se agregan las paredes de las calles pintadas o mejor dicho ultrajadas con tanto figurín o con letreros que nada dicen. Solo predican el desorden y el imperio de la mugre.

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Cada día es más evidente la falta de una verdadera Oficina de Planeación que estudie y piense la ciudad, no para el día, para los próximos 20/40 años. De improvisaciones en improvisaciones solo aumenta el desorden y los problemas seguirán creciendo exponencialmente cuando no se estudian con cuidado y técnica. Igual es triste ver funcionarios de esa dependencia como agentes de quienes han violado y quieren seguir haciendo lo que atenta contra el patrimonio histórico de la ciudad.

Los caleños tenemos el compromiso ineludible de escoger el mejor candidato a la alcaldía y los mejores concejales que piensen y estudien la solución de sus problemas. La ciudad debe recuperar su nombre y su posición en el conjunto de las capitales del país. No actuar así sería traicionarnos. Que don Sebastián de Belalcázar y su primer Alcalde, el Capitán Pedro de Ayala nos iluminen para detener el creciente deterioro de la ciudad y recuperar lo que menciona un columnista de que “un sueño atravesado por un río” es ahora atravesado por una mal oliente alcantarilla.

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