Cuidemos nuestra casa: la tierra

Por Nicolas Ramos Gómez |
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Nicolás Ramos G

Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP


El Planeta Tierra no es infinito y sus recursos son limitados o finitos y para conservarlos deben estar en armonía unos con otros. El regalo de los humanos a la Tierra es el calentamiento global, que, de no controlarlo, igual que la explosión demográfica, pueden empezar a retroalimentarse.  

El derretimiento del Ártico y de los casquetes polares antárticos reducen parte de la energía solar que se refleja al espacio y que aumenta la temperatura por el efecto invernadero. Igual el cambio climático puede afectar negativamente a la Amazonía y otras selvas tropicales, ayudado por los incendios y arruinar una de las formas para extraer dióxido de carbono de la atmosfera. Igual ocurre con el calentamiento de los océanos que lo libera. En otras palabras, día a día mejoramos el efecto invernadero y como ya ocurre en muchas zonas, hay presencia de ácido sulfúrico en las lluvias. Y ni hablar de la colisión con un asteroide o de una guerra nuclear que serían el final para los humanos y la casa.

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Es decir, nos apresuramos para hacer insostenible la vida humana en el Planeta Tierra y sin posibilidades reales, fuera de las películas de ciencia fisión, de viajar a otros planetas habitables. Colombia no es significativa en el aporte al calentamiento global, lo son China y EE. UU., pero venimos dañando nuestro medio ambiente con la tala del bosque, la minería ilegal y mucha legal que contamina ríos, destruye ricas cuencas agrícolas y origina desmontes. Igual la invasión de las zonas de protección de las cuencas hidrográficas que altera la regulación de las fuentes de agua que luego originan sequias o dañinas crecientes. Ojalá algún día, antes que pretender ser “líderes mundiales” en la retórica del calentamiento global, logremos que los inútiles Ministerio del Medio Ambiente y las Corporaciones Autónomas cuiden las cuencas hidrográficas y el medio ambiente.

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Lo anterior, no es repetición, ni alarmismo y menos se piense es el pastor que anuncia, por molestar a sus vecinos, que viene el lobo y cuando vino de verdad, no le creyeron. No, estamos dañando gravemente la casa y pensamos que nada pasa. Igual en Colombia, donde se viene predicando por el desgobierno del avestruz, que ignora la aritmética al proponer repartir auxilios sin tener los recursos y lo más grave, que todo hay que cambiarlo para que el Estado lo maneje y dirija. Tenemos sobrada experiencia de lo mal que funciona el Estado. En otras palabras, sería el reino de la ignorancia clientelista y politiquera o mejor el canto de la alegre cigarra mientras nos llega la ruina total. Imitemos a la laboriosa hormiga y evitemos el inminente desastre antes de que sea tarde.

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