Ideal del Matrimonio según la voluntad de Dios

Por Héctor de los Ríos |
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P. Héctor De los Ríos L.
 

VIDA NUEVA

El tema litúrgico de hoy (domingo 27 del tiempo ordinario) es la naturaleza religiosa del Matrimonio. En nuestros días, apreciamos en el seno de la sociedad unos comportamientos muy distintos a los que nos tenían acostumbrados respecto del matrimonio. Lo que contemplábamos hace unos años como la expresión de la inmoralidad matrimonial: separaciones conyugales, divorcios, desuniones, etc., se ha convertido en nuestra sociedad actual en uso al que independientemente nos estamos acostumbrando. De hecho, la crisis matrimonial existe en nuestra sociedad. Pero la crisis no es sinónimo de catástrofe, sino ocasión de clarificación de ideas fundamentales de lo que es para los creyentes el matrimonio. A la luz de esas ideas -contenidas en la Palabra de Dios- es posible que tengamos que reconocer que la unidad e indisolubilidad del matrimonio cristiano no se logra por la imposición de leyes (canónicas o civiles), sino que es una meta que sólo el amor es capaz de alcanzar. Dejemos que nos forme la Palabra de Dios.

LECTURAS:

Génesis 2, 18-24: «¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne»

Salmo 128(127): «Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida»

Carta a los Hebreos 2, 9-11: «A Jesús lo vemos ahora coronado de gloria»

San Marcos 10, 1-16: «Lo que Dios unió, no lo separe el hombre»

Exigencias del Evangelio

La primera de las exigencia del Evangelio es acomodarse al querer de Dios y no querer que Dios se acomode a la veleidad humana. En la vida cristiana no buscamos establecer un proyecto divino a nuestra medida sino acoger en su integridad lo que Dios se propone de nosotros. En eso consiste la fe auténtica. Es exigente. Contraría los propósitos del hombre de independizarse de Dios en su vida moral y religiosa. Es la perpetua tentación del ser humano desde la experiencia inicial de Adán y Eva en el Paraíso.: establecer por sí solo, sin intromisión divina, las pautas de su comportamiento. Es la esencia del pecado.

Mensaje actual

Es una Palabra de perpetua actualidad. Lo sentimos vivamente hoy. La familia ha llegado a ser no lo que Dios quiere sino lo que el hombre y la mujer pretenden, desde su egoísmo muchas veces. Ya no es un proyecto de amor de Dios vivido en la realidad humana, matrimonial, sexual, afectiva. Se mezclan los intereses humanos, económicos, de conveniencias, y en ellos se pretende fundamentar una realidad tan divina como es la vida, y el amor que la comunica. Proyecto sin precio humano. Nos debatimos tratando de encontrar soluciones pastorales, psicológicas, apelando a la madurez propia del hombre adulto. Pero la solución verdadera es recibir la Palabra de Cristo que nos invita a subir al origen de las realidades humanas. Todas ellas tienen como fuente lo que Dios ha ofrecido al hombre: la comunicación de su misterio eterno. Implica el dar realidad al amor cristiano en su pureza. Ese de que habla san Pablo en 1 Co. 13, 4-8: El amor es paciente, es servicial, no es envidioso, no es orgulloso, no actúa con bajeza, no busca su interés, no se enoja... El amor nunca terminará...

Si al primer roce todo se derrumba, no estamos viviendo el amor como nos lo indica el Señor. Solamente un proyecto de vida puede dar consistencia a esa exigencia básica de la vida cristiana. Dios, que es amor, nos lo conceda.

¿A QUÉ NOS COMPROMETE la PALABRA?

En los azares de la vida nos preguntamos con frecuencia qué camino debemos seguir. Buscamos consejos y asesorías. Jesús nos enseña hoy que el punto clave para iluminar toda decisión es la pregunta fundamental: Qué quiere Dios de mí, de mi familia, de mi comunidad, de esta sociedad en que vivo en esta coyuntura de la vida. Pertenecemos a un proyecto de Dios que vamos construyendo día a día, sin darnos cuenta quizás, a través de las experiencias de la existencia. Cuando nos veamos abocados a tomar decisiones, hagamos discernimiento espiritual, descubramos el camino de Dios que será siempre, a la larga, el mejor y sigámoslo, así suponga para nosotros renuncias y abrazar circunstancias difíciles. Cuando pasen las oscuridades de esta vida nos daremos cuenta de que fue la mejor opción, la que nos encamina hacia la felicidad final.

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