Sin verdaderas oficinas de Planeación...

Por Nicolas Ramos Gómez |
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Nicolás Ramos G

Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP


Así decían los abuelos cuando las cosas, como en esta ciudad, iban de caída en caída o de improvisación en improvisación. Es lo que pasa con los célebres programas de gobierno de cuatro años. Por ejemplo, en 4 años, teniendo el lote con todos los servicios, solo se programa, se diseña, calcula, se obtienen los permisos y se inicia la construcción de un edificio, pero no se termina. Cuatro años para una hidroeléctrica, una planta nuclear o el diseño y construcción de un nuevo avión de transporte, son pocos. Por eso en el país, departamentos y ciudades, seguimos en el reino de la improvisación, que deja por doquier obras que nunca se terminan por sus apresurados malos diseños y costos peor calculados.

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Es fundamental un movimiento nacional para que el Congreso cambie esa absurda ley de los planes de desarrollo de cuatro años

En Santiago de Cali tenemos dos ejemplos, entre otros, de ello: la ampliación de la vía al mar hasta el Retén Forestal y la Avenida de los Cerros, ambas sin solución a la vista y menos sin saber cuánto costaría hacer la primera y terminar la segunda. ¿Quién cortará la cinta de su inauguración?, es la pregunta que se hacen los gobernantes de turno y la razón por la cual no acometen grandes obras.

Es fundamental un movimiento nacional para que el Congreso cambie esa absurda ley de los planes de desarrollo de cuatro años y se creen verdaderas y permanentes oficinas de planeación que muestren al nuevo mandatario las necesidades reales y urgentes y no las actuales oficinas, en donde el director se cambia con cada nuevo gobierno y varias veces en su periodo. Ninguna obra grande se puede estudiar y planear así. Algo parecido a un enfermo que todas las semanas cambia de médico o de tegua. Lo vemos con los planes de movilidad de los cuales nadie conoce los estudios y sus elementales y fundamentales planteamientos de origen y destino. Es algo similar a si los viajes a la Luna o a Marte se pensaran sin estudiar todo lo que puede ocurrir en el viaje desde el origen hasta el destino.

Reiteraremos hasta el cansancio que sin verdaderas oficinas de planeación seguiremos de tumbo en tumbo, o sea de improvisación en improvisación. En otras palabras, es la garantía de que continuaremos en el subdesarrollo y mal gastando nuestros magros recursos o como la cigarra de la fábula cantando alegremente y solo pensando en el día.   

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