¿Por qué se suicidan más hombres que mujeres?

Por Jean Nicolás Mejía H |
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Jean Nicolás Mejía H

Profesional Ciencias políticas - Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. 28 años,  Máster en cooperación internacional y organizaciones internacionales de la Universitat de Barcelona


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Según la OMS, el suicidio tiene una tasa de prevalencia entre el 11 y el 12%, por cada 100.000 habitantes, por lo que califica como un problema de salud pública

En el marco del día mundial de la prevención de suicidios, que se llevará a cabo el próximo 10 de septiembre, vuelve a ser imperativo el diálogo social sobre la problemática que afecta tanto a mujeres como hombres, pero que parece acentuarse en el género masculino.

Según la OMS, el suicidio tiene una tasa de prevalencia entre el 11 y el 12%, por cada 100.000 habitantes, por lo que califica como un problema de salud pública. Sin embargo, existe una disparidad de género en la tasa de suicidio global, ya que el porcentaje de hombres que se suicida es mayor al de mujeres. En 2021, 8 de cada 100.000 habitantes que decidieron quitarse la vida fueron mujeres, pero la tasa de hombres es casi el doble: 15 por cada 100.000 habitantes.

La doctora en psiquiatría Anne Maria Moller, en su estudio titulado he Gender Gap in Suicide and Premature Death or: Why Are Men So Vulnerable? (La brecha de género en el suicidio y la muerte prematura o ¿por qué son los hombres tan vulnerables?), acierta en concluir que el suicidio es eminentemente un fenómeno masculino. La investigación arrojó que el fenómeno está presente en la población de renta alta, media y baja, y que en los países más ricos la brecha es mayor.

En Europa se suicidan 4,9 mujeres por cada 100.000 habitantes, mientras que por el mismo número poblacional, lo hacen 20 hombres. En todo el continente americano, la cifra es similar, por cada 100.000, 2,7 son mujeres mientras que 9,8 son hombres, siendo el rango de edad más crítico para los hombres, entre los 25 y 50 años, casi el tercio de la expectativa de vida promedio actual.

A pesar de las cifras, Alexandra Fleischmann, funcionaria del Centro de Coordinación para la Prevención de Suicidios de la OMS, aclaró que las cifas suelen estas subestimadas, no solo porque solo 60 paises de la organización - sobre más de 150- tienen datos de calidad sobre la mortalidad por suicidio, sino también porque no todos los casos se reportan, y no todos los suicidios se registran como se deberían; ya que los casos por ejemplo como sobredosis o ahogamientos, no es posible saber si la muerte fue accidental o suicida.

Para Moller, la clave para entender porque es un fenómeno agudo entre el género masculino, es entender la masculinidad. Las normas de masculinidad se consolidan, a la vez que se reproducen, a través de expectativas sociales -configuradas no sólo culturalmente, sino políticamente y socialmente-, y estas expectativas definen en muchos casos, el autoconcepto que los hombres construyen de sí mismos (autoconcepto asociado con juicios de valor).

En consecuencia, estas expectativas están orientadas a que los hombres tradicionalmente “deben ser fuertes, racionales, dominantes, autónomos, independientes,activos, competitivos, poderosos, invulnerables y siempre positivos”.  Por lo que emociones como la impotencia, soledad, tristeza o ansiedad, deben ser controladas y cohibidas.

El problema radica en que estos estándares de masculinidad tradicional no son realistas, primero porque los hombres están expuestos -al igual que las mujeres- a situaciones cotidianas que causan el estrés propio de las sociedades que hemos construido, y esa construcción tradicional dicta que la forma de lidiar con esos conflictos emocionales o es mediante la supresión del conflicto, o mediante la externalización de actividades -evadiendo la consciencia de la problemática-, y segundo porque en consecuencia de lo anterior, los hombres tienen dificultades  para desarrollar sus sentimientos apropiadamente, de interpretarlos y desarrollar canales comunicativos asertivos para dialogar sobre estas problemáticas.

La búsqueda de ayuda también puede ser interpretada como un indicador de falta de masculinidad, y en consecuencia se presume que tienen que resolver sus problemas por su cuenta y no hablar de lo que sienten.  Moller vuelve a acertar en afirmar que los indicadores muestran que la depresión es poco diagnosticada en hombres (lo que hace más alto el riesgo de suicidio), no porque los hombres no tengan depresión sino sencillamente porque no se habla del tema.

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Fleischmann afirma que los hombres no tienen con quien hablar sobre sus problemas

Fleischmann afirma que los hombres no tienen con quien hablar sobre sus problemas (producto de lo expuesto anteriormente) y esto dificulta más los diagnósticos y esto impide la prevención del suicidio.

En el marco de la conmemoración del 10 de septiembre, desde este espacio se hace un llamado a la sociedad - y a los hombres- a romper con la lógica de que la virilidad y la masculinidad se construyen a partir de la insensibilidad emocional y de la ausencia del autoconocimiento, de que buscar ayuda  profesional- o simplemente hablar con alguien- no es un indicador de falta de masculinidad, ya que de manera contraria, el autoconocimiento  crea una percepción mucho más saludable de sí mismo y ayuda a construir una definición más integral de la individualidad de cada persona, en todas sus complejidades.

La construcción de redes de apoyo colectivas -desde TODOS los sectores- es un imperativo para crear espacios en donde los hombres ( y todos, en realidad) puedan sentirse lo suficientemente cómodos y seguros para hablar de lo que sienten, y empezar a deconstruir las lógicas tradicionales que han impedido formar individuos emocionalmente saludables.

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