Davos: la gran cumbre del capitalismo global

Por Luz Betty Jime… |
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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


El foro económico que concluyó en Davos (Suiza) puso de presente una vez más la crisis por la que atraviesa el mundo capitalista globalizado agravada con la guerra que se libra en el territorio ucraniano promovida por Rusia que se opone decididamente a la intervención de la OTAN con fines geopolíticos y militares, que según afirma Putin constituye una afrenta a la soberanía Rusa, generándose con ello un enfrentamiento entre Moscú y los países del bloque occidental del capitalismo globalizado.

De esta manera la globalización entra en una nueva etapa de crisis que podría desembocar en una eventual desintegración, sacudida por un conjunto de conflictos a nivel económico, políticos, social, financiero, monetario, migratorio y relacionados con el auge de los movimientos nacionalistas y populistas que conspiran contra la prosperidad e integridad del capitalismo global.

Mientras tanto Europa comenzó a preparase para la guerra en alianza con la OTAN, según se dice, para disuadir a Rusia de emprender una escalada militar en los países de la eurozona y una confrontación con los Estados Unidos de Norteamérica.

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Mientras tanto Europa comenzó a preparase para la guerra en alianza con la OTAN

Por otra parte, fueron más los interrogantes y las inquietudes que se plantearon en el foro económico de Davos que las soluciones concretas a problemas como por ejemplo los derivados de los cambios tecnológicos que afectarán el empleo de miles de trabajadores que perdieron sus puestos de trabajo, como de los problemas derivados de las pandemias y el hambre de millones de personas en todo el planeta, además del cambio climático que afecta a todo el mundo. Cuestiones estas que tampoco podrán enfrentarse sino sobre la base de la unión de todos los países, lo cual no parece ser la política a seguir en las actuales condiciones y circunstancias de inestabilidad económica y política de la sociedad capitalista en su conjunto, cuyo futuro está condenado a padecer los efectos de una sociedad que comienza a vivir un proceso de decadencia y estancamiento contrario al progreso y desarrollo histórico, en la medida en que las viejas relaciones económicas y políticas en que se sustenta el sistema se convirtieron en un freno del progreso, que no podrán superarse sino sustituyéndolas por otras de carácter progresista y revolucionario que permitan el ascenso de la sociedad a un nivel superior de desarrollo.

Y de ahí que algunos comentaristas consideran que el foro de Davos solo arrojó un pronóstico gris oscuro como un presagio de lo que se viene para el mundo actual caracterizado por el declive del modo de producción capitalista globalizado.

Cómo enfrentará Colombia los grandes desafíos que se plantearon en Davos en la medida en que el país no podrá sustraerse de los efectos que afronta el capitalismo global, es sin duda una gran pregunta que debe absolver el gobierno que sea elegido el próximo 19 de junio y que desde ya, en cabeza de cualquiera de los dos candidatos tan solo plantean la posibilidad de superar las dificultades y contradicciones sociales entre los colombianos a partir de la implementación de una serie de reformas con las cuales aspiran realizar los cambios que requiere el país no obstante que las mismas no tocan las bases estructurales del sistema capitalista que rige en la nación y sobre las cuales se asienta el poder de las clases económica y políticamente dominantes.

No compartimos las reflexiones del premio nobel Joseph Stiglitz quien en términos generales afirma, que con la globalización que ha concentrado la riqueza social en manos de los super monopolios y centralizado el poder en cabeza de poderosos gobiernos corporativos, hay que ser optimistas frente al porvenir del mundo capitalista que tendrá que ser más igualitario en la medida en que responda a las necesidades de todos los ciudadanos y no de unos pocos; propósitos estos que nada tienen que ver con la realidad, en tanto que del gran capital financiero nacional e internacional no puede esperarse un cambio que tanga por objeto favorecer por igual los intereses de todos los ciudadanos a quienes se les da siempre un trato desigual en función de su situación económica y social.


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