Nicolás Ramos Gómez
“Nada se crea, todo se transforma” es la ley de la termodinámica, no derogable, que rige lo que ocurre en el Planeta que habitamos, cuyos recursos, renovables y no renovables seguimos empeñamos en arruinar. Todo proceso tiene un costo y en él está el manejo ambiental o la responsabilidad para no arruinar esos recursos.
En Colombia la minería ilegal sin responsabilidad ambiental, la tala legal o ilegal de los bosques sin reposición y la basura, incluida la comida que se bota (la tradicional “olla del puerco”), costumbre de servirse más de lo que se espera comer, que en Europa es mala educación porque es botar riqueza y arruinar el ambiente.
Santiago de Cali, como toda Colombia, arrojaba las basuras a los ríos, pero desafortunadamente en muchos aspectos aún lo seguimos haciendo y por ello miles de toneladas de desechos, especialmente plásticos no degradables que en los mares arruinan la pesca, los corales, diferentes especies de la fauna marina y miles de kilómetros de playas.
Pero las evidencias del calentamiento global son cada día mayores y nosotros continuamos empeñados en olvidarlas o no atenderlas. Seguimos de improvisación en improvisación y en el Valle del Caucayaco, pese a existir los estudios para el manejo integral del agua, nos empeñamos en olvidarlos y refritar estudios que se desecharon hace décadas por ser soluciones parciales, corto placistas y de operación costosa, como es el caso de bombear agua del fondo del lecho del Río Cauca. Toda solución obedece a un contexto que debe ser de largo plazo y ese es el estudio adelantado en 1990 por la CVC para el manejo integral del agua en la región vallecaucana de Timba a la Virginia para uso humano, agrícola e industrial. De no atenderlo bien pronto lloraremos el tiempo perdido.
Debemos minimizar los desperdicios o basura, clasificarla desde la casa y cuidar el Planeta Tierra, para garantizar a las nuevas generaciones que tendrán donde vivir o como bien decía alguien: dejar de ser estrato cero o sea ESTRATO BASURA.
