Preocupaciones de los caleños

Por Luz Betty Jime… |
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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


Las preocupaciones de los caleños en torno al presente y futuro de la ciudad los ha llevado a afirmar que ésta “va por mal camino”, lo cual es un asunto que viene de tiempo atrás por cuenta de una clase dirigente y unos gobernantes comprometidos con la implementación de políticas que solo benefician a determinados grupos de interés tanto económicos como políticos, que muy poco tienen que ver con la solución de los problemas y necesidades que aquejan a la comunidad caleña.

No obstante, en encuesta reciente para el diario El País, el concejal Fabio Arroyave manifestó que los problemas de la ciudad se han acumulado y “que no solo son responsabilidad exclusiva de la actual administración municipal, sino de los ciudadanos que han perdido su espíritu cívico”.

Dicha afirmación corresponde a una visión superficial e incompleta de la realidad vivida en la capital y con la que se pretende estigmatizar a los ciudadanos y justificar de cierta manera el deterioro en que se encuentra la ciudad, cuya población está abrumada con la creciente inseguridad, el caos en el transporte público, las congestiones vehiculares, el deterioro del centro de la ciudad, de sus calles, avenidas, espacios públicos y del desarrollo de planes parciales de carácter urbanístico con los cuales se ha impactado negativamente el medio natural y las fuentes hídricas de los ríos de la ciudad causando graves daños y perjuicios a sus habitantes.

Preocupaciones de los caleños

Y de ahí que el grado de insatisfacción de los caleños con la actual administración municipal que preside el alcalde Ospina haya crecido significativamente, presentando  uno de los índices más bajos de popularidad en comparación con otros alcaldes del país.

La crisis que les correspondió afrontar al actual mandatario y al concejo municipal con ocasión de la pandemia y del paro nacional, no puede servir de excusa para exonerarlos de responsabilidad, particularmente al alcalde que con anterioridad ha ejercido la dirección y administración del municipio para tratar de justificar los manejos que en estos casos le dieron a la situación de caos y anarquía que se vivió en la ciudad durante el denominado estallido social  y que el mencionado concejal afirma que, “no se sabía como manejar la pandemia y el paro nacional, además del empobrecimiento, el alto nivel de desigualdad de la población, la pobreza generalizada, etc”. Circunstancias que también les correspondió dirigir a otros alcaldes que si tomaron las medidas oportunas para evitar en lo posible la extensión del covid-19 y lograr el control del orden público, lo cual contrasta con lo acaecido en Cali.

En estos momentos los caleños tienen la preocupación de que el billón doscientos mil pesos autorizados por el Concejo para varias obras entre otras, parques que demandan inversiones cuantiosas, se despilfarren en la construcción de obras ampliamente publicitadas en los medios de comunicación y que seguramente serán contratadas por la administración, lo cual nos lleva a recordar lo sucedido en el pasado con aquellas que nuca se ejecutaron o que tampoco se han terminado generando sobrecostos cubiertos con recursos del presupuesto municipal.

Como se sabe, las nuevas obras serán financiadas con base en vigencias futuras que conllevan un mayor endeudamiento de las finanzas públicas. Ahora, dice el concejal Arroyave que la ciudad tiene que resolver el problema de su vocación y para ello la actual administración sentó las bases para pensar con los alcaldes vecinos en “la ciudad metropolitana”, con la cual será posible tener una “ciudad planificada”, una “ciudad región”; en donde se podrán resolver los problemas de la movilidad y la seguridad en la ciudad.

La vocación de ciudad fundada en la economía de los servicios fue definida por todos los alcaldes que han ocupado el cargo desde mediados de los años 90 del siglo pasado, sin que se hubieran promovido debates analíticos en los diferentes sectores y esferas de la sociedad., lo que aparece consignado en sus Planes de Desarrollo aprobados por el Concejo Municipal y en los POT del año 2000 y del año 2014.

La comunidad debe realizar un balance de lo que ha significado y representado para la ciudad y para sus habitantes la economía de los servicios, en la medida en que se aumentaron la pobreza, la desigualdad, la informalidad, la ocupación del espacio público permitido por los últimos alcaldes situación que puso en evidencia la pandemia desde marzo del 2020

La “ciudad planificada” a la que alude el presidente del Concejo  hace parte de una percepción aparente e ilusoria que seduce a quienes se conforman con una parte del conocimiento derivado de las sensaciones que a la postre resultan contrarias a la propia realidad, esta vez matizada con una buena dosis de demagogia y populismo con los cuales se busca restringir el juicio y el razonamiento de los caleños, que tendrán que reflexionar sobre estos temas  y exigir en adelante que el alcalde Ospina y el Concejo Municipal abran las puertas para la discusión de estos temas fundamentales de acuerdo con lo establecido en la Constitución y en la ley, particularmente tratándose de asuntos de interés general que afectan a toda la comunidad caleña.

Pareciera que el alcalde y el Concejo estuvieran ausentes de la realidad sin prever el futuro de la ciudad y del pueblo caleño que reafirma la sentencia de que “Cali va por mal camino”.


Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social

El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social

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