La fidelidad de Jesús supera la prueba

Por Héctor de los Ríos |
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P. Héctor De los Ríos L.
 

VIDA NUEVA

Victoria por medio de la Oración y de la Palabra

Hemos iniciado un tiempo especial en el nuevo Año Litúrgico: la «Cuaresma». Celebramos la Eucaristía en el primer domingo de Cuaresma. «Cuaresma» es una palabra «vieja» (se conoce expresamente desde antes del s. III), pero de contenido muy actual. En los primeros tiempos del cristianismo, lo importante era «el día del Señor»; el día de la «Fracción del Pan». - En el siglo VI ya está configurada la Cuaresma tal como se celebra hoy: «40 días» de preparación para la Pascua. Los «40 días» de Cuaresma tienen resonancia simbólica: son memoria de la peregrinación del Exodo en camino hacia la Tierra Prometida, y de la permanencia de Jesús en el desierto como preparación para su ministerio mesiánico.

 Por otra parte, la Cuaresma en un principio tuvo un carácter de preparación bautismal, posteriormente se le dio un carácter más penitencial y, más tarde, se hizo preparación pascual. Actualmente la Cuaresma nos llama a reflexionar sobre la respuesta que estamos dando al Señor; nos ofrece la posibilidad de vivir con mayor austeridad y en actitud penitencial; nos invita a volver los ojos a Dios, a convertirnos a él, para alcanzar el perdón y celebrar el gozo de la Pascua. Si el miércoles pasado recibimos la ceniza como signo de nuestro deseo de conversión a Dios, hoy, en este primer domingo de Cuaresma, pedimos perdón por nuestros pecados y rogamos al Señor nos acompañe en esta peregrinación de 40 días hacia la Pascua.

LECTURAS:

  • Deuteronomio 26, 4-10: «Profesión de fe del Pueblo elegido»
  • Salmo 91(90): «Acompáñame, Señor, en la tribulación»
  • Romanos 10, 8-13: «Todo el que invoca el Nombre del Señor se salvará»
  • San Lucas 4,1-13: “El Espíritu llevó a Jesús por el desierto…”

Las tentaciones de Jesús vienen de afuera

Lucas, además, con estas escenas intenta recordarnos que las tentaciones han sido dirigidas a Jesús por un agente externo. No son el resultado de una crisis sicológica o porque se encuentra en un conflicto personal con alguien. Las tentaciones, más bien, nos llevan a las “tentaciones” que Jesús ha experimentado en su ministerio: - hostilidad, oposición, rechazo. Tales “tentaciones” han sido reales y concretas en su vida. No ha recurrido para resolverlas a su poder divino. Estas pruebas han sido una forma de “seducción diabólica” (Fitzmyer), una provocación a usar su poder divino para cambiar piedras en pan o para manifestarse de modos excéntricos. Relación entre Exodo de Israel y Misterio Pascual de Jesús.

Satanás tentó en el Desierto al Pueblo de la Vieja Alianza y sigue tentando ahora a los cristianos. Fundamentalmente sus tentaciones son siempre de sensualidad, orgullo, avaricia y ambición. Presenta con gran seducción a los ojos de los cristianos mesianismos temporales y políticos. Vencemos a Satanás aceptando y viviendo el Mesianismo de Jesús: espíritu de pobreza, humildad y penitencia. La Cuaresma es una llamada a la autenticidad cristiana. Y el don más valioso que para ella debemos pedir es la «santidad».

El Señor se retira a la soledad del desierto durante 40 días para: - intensificar su trato con Dios-Padre en diálogo amistoso y confiado, - tensar su ánimo para hacer frente a las tentaciones, - ofrecernos ejemplo de lealtad a la dura y costosa misión que ha de cumplir. En esta pasaje se concentran, pues, los temas de la predicación cuaresmal: el camino del Éxodo, narrado en las primeras lecturas, conduce hacia Cristo y es imagen del Misterio Pascual de Cristo (Pasión, muerte y Resurrección) y la Iglesia, mientras que el camino de Jesús ayunando en el desierto durante cuarenta días es el modelo y la imagen de lo que la Iglesia se propone realizar durante la Cuaresma: renovarse en el camino hacia la pascua.

A QUE NOS COMPROMETE la PALABRA?

Nuestra Cuaresma, igual que la de Jesús, no es para vivir sacrificados pasando hambre, sino para vivir moderados pensando que «no sólo de pan vive el hombre». El Señor confirma esta afirmación con el hecho de poner la adoración a Dios por encima de la adoración: al poder, a la riqueza, al aplauso humano, como le propone Satanás.

La actitud del Señor ha sido siempre un ejemplo para todos y en todos los tiempos. Pero hoy lo es más. Varias veces el Señor afirmó que «era bienaventurado el que escucha la Palabra y la cumple». Para prolongar nuestra meditación sugerimos una reflexión del Papa Francisco: ´- La Cuaresma es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los soberbios, los poderosos y los ricos, de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos

Relación con la Eucaristía:

Al celebrar la muerte de Cristo, todos debemos morir reconociendo que hemos sucumbido a veces a la tentación y la prueba. Pero desde la victoria de Jesús en las pruebas y nuestro recurso a la Palabra de fe, también saldremos a flote de nuestras pruebas. 

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