Ucrania un error de cálculo

Por Carlos Cuervo |
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*Carlos Armando Cuervo Jiménez
 

Un repaso rápido a la historia de Rusia muestra como la idiosincrasia de su gente es extremadamente conservadora y sumisos ante líderes con mano de hierro.

Por trescientos años a comienzos del segundo milenio soportaron la dominación Tártara y cuando por fin se liberaron sometieron a esos pueblos, ascendiendo desde entonces al poder príncipes osados y crueles.

Su excesivo conservadurismo los llevó a apartarse de la religión católica quedándose como cristianos ortodoxos a pesar de que la religión la había introducido el sacro imperio Romano Germánico a finales del primer milenio. Esta separación religiosa que estaba llena de matices políticos fue definiendo una pugna con el resto de Europa que lentamente los aisló.

Pedro el Grande  6 siglos más tarde rompió esta tradición al realzar un viaje por el viejo continente  buscando el apoyo de las cortes europeas para expulsar a los Otomanos de Crimea, de este amplio periplo trajo cambios y mejoras sociales para sus súbditos, más no el apoyo de los príncipes europeos para su guerra.

Ucrania un error de cálculo

Pero fue su segunda esposa Catalina, después de muerto Pedro, la que terminó esta guerra con la expulsión de los turcos lo que daría a Rusia su salida al mar negro que en 2014 la OTAN pretendió ignorar.

Así continuaron aislados de las historias de Europa hasta el siglo XX por la segunda guerra mundial, salvo cuando repelieron a Napoleón.

Y ni siquiera se incorporaron a pesar del parentesco cercano hasta con la reina Victoria de Inglaterra en tiempos del Zar Nicolas II.

La revolución Bolchevique, la ascensión luego de José Stalin, la segunda guerra mundial y la repartición de Europa en la conferencia de Yalta dieron pie al telón de acero resaltando mayormente el carácter ruso de autoritarismo y totalitarismo.  A pesar que los bolcheviques habían eliminado a los zares, llegaron nuevos zares representados en los presidentes (secretarios generales) de la URSS, José Stalin, Nikita Jrushchov, Leonid Brézhnev, Yuri Andrópov hombres que resultaban casi vitalicios en el poder y con mano muy dura para gobernar.

En la URSS la disidencia era castigada con penas crueles y exilios internos en sus famosas cárceles.

En los 90s tras el colapso de la URSS muchos diferendos limítrofes y derechos adquiridos por Rusia no se negociaron bien, como Crimea. Europa desaprovechó un buen momento para acogerlos e instalarlos en las instituciones de unidad europea, prefirieron ignorarlos y hasta subestimarlos. 

En la primera década del siglo 21 surgió un nuevo líder ruso de mano muy dura, Vladimir Putin, quien erigió como bandera recuperar el lugar como potencia mundial que se había perdido con el colapso de la URSS.

Pacientemente reorganizó sus fuerzas militares, su poderío nuclear y su economía al punto de ahora amenazar a todo occidente con una guerra nuclear, si lo estorban ante su criminal violación a las normas internacionales de autodeterminación de los pueblos y respetos a las fronteras que están establecidas, al invadir a Ucrania.

Ucrania un error de cálculo

Este nuevo desafió le ha costado la pérdida de su imagen y en un error terrible de cálculo, él ha exacerbado a países como Suiza, neutral ante cualquier conflicto desde 1815, y ha incrementado el interés de unirse a la OTAN, su enemigo declarado, a estados que han mantenido su independencia política y militar como Suecia y Finlandia.

También despertó a un gigante adormecido, Alemania quien en la semana pasada modificó reglas inquebrantables como entregar armas a estados en conflicto y duplicar su gasto militar interno. Sin duda todos ellos problemas adicionales para su agenda de supremacía militar y económica en un nuevo orden mundial que Putin cree manejar.

Que resultará de todo esto, aún es temprano para vaticinar, pero de seguro si aislamiento económico, recesión y señalamiento para Rusia y sus ciudadanos. Ahora confiemos en que sus diatribas sobre una tercera guerra mundial basada en armamento nuclear no pasen de ahí y prevalezca la sensatez o la veremos muy cruel. 

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