Acequias de Pance al alcantarillado

Por Carlos Botero |
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*Arq. Carlos  E Botero R

Los más recientes aguaceros semanales en Cali son una pálida muestra de lo que seguirán siendo los regímenes de lluvias en la región suroccidental de Colombia. Como padecemos el problema en algún sitio determinado tenemos la natural tendencia a pensar que se trata de fenómenos puntuales y además, cuando haya pasado la tormenta y volvamos a ver el sol, despreocuparnos por lo que ”el aguacero de ayer” significa en un próximo e inmediato futuro.

Cualquier descripción verbal de cualquier ciudadano coincide con el fenómeno visible de calles convertidas en canales para conducir las aguas lluvias que no caben en las redes del alcantarillado urbano.

se corrieron las correspondientes redes de alcantarillado, estas quedaron rápidamente rebasadas por su incapacidad volumétrica para evacuar las aguas lluvias.

La Comuna 22 de Cali es una muestra palpable de  una situación que empieza a pasar de ocasional a permanente. A pesar de que a partir de la ampliación del perímetro urbano hacia el sur de Cali, que lo llevó hasta la llamada Avenida de El Banco, carrera 127 en la actual nomenclatura, y que se corrieron las correspondientes redes de alcantarillado, estas quedaron rápidamente rebasadas por su incapacidad volumétrica para evacuar las aguas lluvias.  Silenciosamente se agregaron a esta situación otras dos circunstancias: el incremento de las áreas ocupadas por nuevos conjuntos de vivienda, paulatinamente fueron disminuyendo las superficies naturales de terreno que eran capaces de absorber y percolar buena parte de  las aguas caídas del cielo.

Algunos llaman a esto la creciente pavimentación del suelo natural.

La otra circunstancia, la más grave de las dos, es la indolente actitud de urbanizadores que sin el más mínimo recato y bajo el máximo interés de ampliar sus ganancias en el negocio inmobiliario, no dudaron en conducir acequias de Pance hacia el alcantarillado, con la intención de habilitar más terreno construible  dentro de sus condominios cerrados.

Aunque esto no es nada nuevo para Cali, si se recuerda la gran cantidad de corrientes superficiales de agua, de quebradas y arroyos que surcaban buena parte del territorio urbano, todas provenientes de los cerros de occidente, que fueron entubadas y “desaparecidas” del panorama y que explican hoy en buena parte que las calzadas a todo lo largo y ancho del área urbana vayan aumentando su función de canales de agua abiertos y sin control nos aproximan más y más a la imagen de los arroyos de Barranquilla.( subrayado de la edición )

Así como existen registros estadísticos para explicarse avances y retrocesos en temas como el empleo (y desempleo), de la criminalidad (y seguridad), semestre a semestre,

sería muy interesante conocer las variaciones de los volúmenes de aguas lluvias que corren e inundan de manera creciente las calles de todos los barrios, sin diferencias de estratos ni localización relativa dentro del perímetro urbano.

como el de un barrio que se inunda, es en realidad un problema más amplio que amenaza crecientemente a todas las comunas de ladera y de llanura.

Más que simplemente acostumbrarnos a la nueva situación, habrá que tener conciencia de que lo que aparece como un problema puntual, como el de un barrio que se inunda, es en realidad un problema más amplio que amenaza crecientemente a todas las comunas de ladera y de llanura. Y pensar que esa misma agua que nos inunda es la que nos hará falta cuando llegue la sequía-

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