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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.
La crisis de gobernabilidad en la ciudad de Cali ha contribuido al agravamiento de los problemas que padecen sus habitantes que perdieron la confianza en sus dirigentes políticos y gobernantes de turno al frente de los destinos de la administración pública, que con el correr del tiempo dejaron de ser los representantes y defensores del interés general, en tanto que su gestión resultó cada vez mas ineficiente y en muchos casos poco transparente en la ejecución de sus funciones administrativas, particularmente en tratándose de la contratación pública.
Se afirma con no poca razón que los problemas que afronta la ciudad en materia de seguridad, transporte público, movilidad, incremento de la informalidad y del desempleo y la deficiente prestación de los servicios públicos y de salud, educación, etc., son consecuencia directa de la falta de planeación y programación dirigidas específicamente a resolver aquellos problemas que se han acumulado, generándose con ello un proceso de deterioro sistemático que tiende a convertirse en un verdadero obstáculo para avanzar por los caminos del progreso y del bienestar general de la población.
Pareciera que la proliferación y diversificación de los problemas hubieran rebasado las posibilidades de solución de los mismos, en tanto que las medidas encaminadas a mitigarlos no permiten mayores cambios y por el contrario, si contribuyen a empeorar la situación, como seguramente sucederá con la decisión asumida por el Concejo Distrital de destinar más recursos provenientes de la sobretasa a la gasolina para cubrir las deudas del sistema de transporte masivo MIO, con los cuales no se superarán los déficits en materia económica, financiera y operativa de este medio de transporte ni se sacará del estado de insolvencia a METROCALI.
Así mismo podrá suceder con los planes de renovación urbana en lo que se conoce como ciudad Paraíso que según palabras del alcalde Jorge Iván Ospina expresadas durante el cabildo abierto celebrado a fines el año pasado en el barrio San Pascual, dicho proyecto “fue fallido” y en consecuencia debería ser replanteado, lo cual no se ha cumplido, en tanto que la EDRU descargó en cabeza de la comunidad de dicho sector su responsabilidad de elaborar el nuevo proyecto.
Igualmente sucede con los problemas relacionados con la renovación de las viejas y obsoletas redes de acueducto y alcantarillado que posee la ciudad y que en el caso concreto del canal de inducción del agua desde la bocatoma del Rio Cali hasta la planta de tratamiento, su construcción ha estado paralizada, no obstante, el deterioro de dicho canal a punto de reventarse lo que afectaría a más de 500 mil caleños que viven y trabajan en el centro de la ciudad y de sus barrios aledaños.
Y de ahí la necesidad de que los candidatos que aspiran a la alcaldía de la ciudad no se limiten simplemente al análisis superficial y externo de los problemas y procesos que se producen en la sociedad caleña, sometida al imperio de una realidad aparente e ilusoria que se ha construido durante las últimas décadas por cuenta de sus gobernantes al servicio de determinados grupos de interés que se muestran como los abanderados del progreso y del bienestar general. Esta circunstancia no solo predispone la conciencia social e individual, sino que restringe el juicio y razonamiento de quienes se dejan seducir con una porción del conocimiento y de las sensaciones que generan las palabras y los discursos promeseros de algunos dirigentes que en muchos casos contribuyen a deformar la propia realidad.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social
