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Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.
La primera semana de mayo de 2023 será recordada en los anales de nuestra reciente historia colmada de incidentes de incomprensión democrática.
El homenaje anual a los Mártires de Chicago, aquellos manifestantes que se enfrentaron a la policía de Chicago en 1886, posteriormente juzgados y condenados a muerte, acuñado como el Dia Internacional de los Trabajadores fue conmemorado por el presidente Petro, desde su nueva tarima; el balcón presidencial de la Casa de Nariño.
El simbolismo del balcón, como escenificación del “populismo”, se atribuye a la célebre frase del cinco veces presidente ecuatoriano Ibarra; “Dadme un balcón y el país es mío”.
Petro siguiendo el guión populista de balcones, como el de Evita desde la Casa Rosada, o el de Chaves y Maduro desde Miraflores, o el de Correa desde Carondelet, o Allende desde la Federación de Estudiantes de Chile, citó al pueblo a levantarse y habló de revolución, en caso de catastróficos escenarios de no aprobación de sus iniciativas en el Congreso.
Ese mismo día, articuladamente desde Cali, la vicepresidente Francia Márquez, avivó con su polémica declaración aplaudiendo los vandálicos actos de la primera línea de aquellos nefastos días del “estallido social” de 2021. Incitó irresponsablemente a lucha de clases, en menosprecio de su dignidad como gobierno democráticamente elegido, en vez de asumir su responsabilidad como ministra de Igualdad.
Pero estas incendiarias y desestabilizadoras manifestaciones fueron apenas un abreboca a las expresadas posteriormente desde el periplo presidencial en España del presidente Petro.
Amenazó, menospreció el propio estado de derecho, ruptura del orden constitucional y desprecio de la vocación democrática, autoproclamándose jefe de todos los poderes públicos, signos inequívocos dictatoriales.
Desconocer la independencia de las tres ramas del poder constitucional ha sido fuertemente criticado por la Corte Suprema de Justicia, expresidentes, exfiscales, versados constitucionalistas y lideres de opinión.
Hilando el menosprecio a la rama judicial con su manifestación en balconada hacia la rama legislativa, evoca la apócrifa frase del rey francés Luis XIV, “L’etat c’est moi” – El estado soy yo.
Con estas equivocadas manifestaciones de poder, favorabilidad del 34 %, baja de su principal alfil en el Congreso, Roy Barreras, estrenando gabinete ministerial y fracturado respaldo partidista se avecinan oscuros días de gobernabilidad.
Después de una semana de exposición monárquica parlamentaria europea, parece le cae como anillo al dedo la expresión “El rey reina, pero no gobierna”.
Solo pedimos Serenidad, Cordura y Respeto.
