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* Héctor Fabio Ruiz Jiménez
Asesor legislativo
Siendo Fajardo tal vez el mejor formado de los candidatos, el que ha probado ser un buen administrador, el que tiene un muy buen programa de gobierno, quizá el más serio y responsable con las propuestas de desarrollo social y económico; su forma de transmitir no le llega a la gente.
Fajardo, según muchos analistas, presenta el mejor fondo de la campaña, pero sus formas lo alejan de la simpatía popular. Hoy lo veo circunspecto, melancólico, triste, con cara de amargura; ahí la gente, se torna apática, pues no le genera optimismo (a uno le pueden hasta demostrar que las cosas van a mejorar, pero si el que las dice, las expone con cara triste y de amargura, la gente duda y termina no creyendo).
Asistimos a un escenario donde lo que impacta son las formas, donde lo que atrae es el estilo y no el contenido; el votante cree más en quién vende ilusiones, si las vende con cara de optimismo y reflejando confianza, asi sea de forma proyectada por estrategia.
Fajardo se quedó en el rincón de las buenas maneras, como el profe que sabe mucho, pero que genera dudas, porque cuando intenta transmitir, lo hace con cara de poca convicción.
Parece agotamiento, la tristeza de la incomprensión, o la pugnante y desforada mal intención de mostrarlo indolente y débil en el debate político, por parte de sus contradictores.
. Quizá él haya sido víctima de somatizar la molestia que le causan las distorsiones de la realidad que presentar sus opisitores, hasta llevarlo a la sorna, y con ello, desdibujar su verdadero talante.
Como hacer para que Fajardo no se vea con cara de amargura, para que el profesor se muestre alegre, optimista; para que no solo sean sus palabras, sino sus gestos los que visualicen su real conocimiento.
Mientras esto no suceda (parece que ya es muy tarde), no logrará conectar con la gente como debiera ser.
* Asesor legislativo
