El monumento de Las Tres cruces

Por Nicolas Ramos Gómez |
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*Nicolas Ramos Gómez


Es sin duda el monumento más antiguo de la ciudad, erigido por los caleños en el Cerro que domina la ciudad para protegerla de Buziraco. La tradición popular decía que Buziraco, demonio que había sido desterrado por un fraile dominico del Cerro de la Popa en Cartagena de Indias, se había trasladado a Santiago de Cali y amenazaba la ciudad. Algunos viejos caleños, como don Ezequiel Gamboa, en las Tertulias del Cali Viejo que se celebraban en la Sede de la Cámara de Comercio en el Barrio de San Antonio, decían haberlo visto en las noches recorrer las calles de la ciudad montado un caballo negro y con un gran sombrero alón que le cubría el rostro. 

Originalmente las cruces eran de madera y cada año, en la noche del 2 de mayo, un día antes de la fiesta de la Santa Cruz, el sacristán de la Iglesia de Santa Rosa, conocido como el “negro” Gutiérrez, organizaba las vísperas que recorrían la ciudad acompañadas de una chirimía con su carángano (instrumento musical originario de la ciudad), invitando a los devotos caleños a la peregrinación al Cerro el día siguiente, 3 de mayo, para llevar los nuevos maderos, remplazar las viejas cruces y oír la misa que se celebraba allá en el Cerro. 

El monumento de las tres cruces

El Párroco de Santa Rosa, Monseñor Marco Tulio Collazos, fue el promotor del cambio de las cruces por unas de mayor tamaño y de concreto para lograr su permanencia en el tiempo. Son las Cruces que actualmente contemplan caleños y visitantes.

Posteriormente, y para conmemorar 50 años de paz en Colombia, el Padre José María Arteaga S. J., con la colaboración de los entes departamentales del país, levantó la estatua de Cristo Rey en el Cerro de Los Cristales, nombre que obedece a la abundancia de cristales de cuarzo que se conseguían allí.

Igualmente, los Hermanos Maristas de la Enseñanza, que regentaban el Colegio de Yanaconas, erigieron el monumento a la Virgen María con el nombre de Nuestra Señora de Los Andes en el Cerro de la Horqueta.  

Todo lo anterior muestra que la sociedad caleña siempre ha sido respetuosa de sus tradiciones y sus creencias piadosas y es trascendente que no pierda sus valores morales y cívicos para que siga siendo la “Sucursal del Cielo”. 

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