Inseguridad e injusticia, sensación o realidad

Por Carlos Cuervo |
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*Carlos Armando Cuervo Jiménez
 

Esta es una historia de nunca acabar.

Cada tiempo en Cali y cuando la ciudadanía enardecida reclama ante las deficiencias en seguridad, el gobierno de turno lanzan medidas de choque, efímeras, en compañía de las instituciones designadas para este control (Fiscalía, Policía y Secretaría de Seguridad y Justicia antes de Gobierno).

Pero una vez aplacados los ánimos, las determinaciones asumidas se desvanecen como el viento.

Esta situación al igual que en Cali la vive el barrio San Antonio desde hace años, aunque las administraciones municipales dicen que este barrio es a Cali como la sala de la casa, la cual debe estar limpia, segura y hermosa.

Inseguridad e injusticia, sensación o realidad

Por varios años y debido a compromisos comunitarios asistí a reuniones de seguridad organizadas por la directora ejecutiva de Fenalco y el presidente de su junta directiva.
A ellas asistía la plana mayor de la Policía metropolitana, además de funcionarios de alto rango de la alcaldía. De estas se obtuvieron algunas conclusiones, como la necesidad de contar con nuevo personal en la URI de la fiscalía y nuevos espacios (centro de detención) para detener infractores reincidentes.

También como consecuencia de estas reuniones periódicas algunos Planes, propósitos y acciones se ejecutaron, pero la policía cambia sus cuadros directivos y cada comandante manda en su tiempo, transformando por completo las estrategias.

Lo cierto es que a pesar de todos estos compromisos y buenas intenciones, San Antonio continúa viviendo unos periodos de corta calma intercalados con otros de violencia y descontrol. 

Desde el pasado paro de mayo y junio del 2021, los atracos cotidianos y los robos menores perpetrados por los habitantes de calle se convirtieron en una pesadilla sin fin.

Finalmente y después de la intervención de algunos concejales, un diputado y bajo la presión de las organizaciones sociales al interior del barrio, la secretaria de Seguridad y Justicia además de la policía metropolitana decidieron de nuevo intervenir de tal forma que hasta un frente de seguridad se creó, el cual fue lanzado ante la comunidad con el ministro de defensa a bordo.

Pero como en todas las intervenciones anteriores, el viento sopló y sopló y todas las promesas se fueron con él.

De nuevo los delincuentes de moto regresaron y la intranquilidad retornó con mayor ahínco, pues la alevosía de los bandidos se tornó más ofensiva.

Un hecho de sicariato en noviembre pasado y la villanía con la cual un hampón hirió a un residente del barrio despertó de nuevo a la comunidad que a través de todos sus voceros exigió a la policía y a la alcaldía el actuar para recuperar la tranquilidad.

Otra vez las patrullas regresaron en vehículos y a pie por unos días, pero ahora y a la fecha en que escribo estas lineas de nuevo las acciones y determinaciones desaparecen como la brisa de la tarde caleña.

Entonces me pregunto 

¿Cuándo tendremos una política integral de seguridad en Cali?

¿Será que el mediocre que nos gobierna aterrizará y entenderá que tiene que actuar del lado de la fuerza pública no solo con acciones policiales, sino con verdadera prevención asociada a la tecnología y adicionada a programas sociales?

Mientras el caballero disfruta de sus escoltas y carros blindados, nosotros los de a pie debemos jugar ruleta con los atracadores a ver si regresamos a casa ilesos.

La sala de Cali luce de nuevo abandonada esperando por el próximo hecho escandaloso que obligue a los moradores a exigir lo que por ley este estado ineficiente no es capaz de otorgar, tranquilidad.

Es lamentable que en estos 4 años de gobierno derechista, lo único que ha caído en Colombia es la seguridad, pero esperen un momento, el alcalde de Cali es izquierdista. 
Esta aparente disconformidad conceptual, comprueba que la seguridad de un país o de una ciudad no depende de los colores ideológicos, más si del interés del gobernante por controlar, aplicar y exigir a todas las instituciones encargadas cumplir con su deber.
Seguiremos esperando en Cali y en el país por hombres con capacidad de liderato y verdadero compromiso con el bien común, porque los actuales mandatarios de eso poquito o nada.

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