En torno a la situación de la mujer

Por Luz Betty Jime… |
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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


En medio del declive de la sociedad capitalista globalizada, el compromiso moral y político de las mujeres por su emancipación va de la mano de la lucha por el cambio social que permita finalmente que hombres y mujeres puedan vivir en una sociedad de iguales en derechos desde el punto de vista económico, político y social.

Aunque la exclusión material y espiritual de la mujer está ligada a un tratamiento inequitativo e injusto, esto no podrá superarse mientras no se libre a la sociedad de la explotación económica del trabajo derivada de la acumulación de la riqueza en pocas manos que trae como consecuencia la discriminación y la exclusión de la mayoría de la población y en particular de las mujeres en el trabajo, en la economía, la política, la ciencia, la cultura, el deporte y el arte.

De un lado, la participación de la mujer en igualdad de condiciones con los hombres, debe realizarse sobre la base de garantizar y proteger sus derechos y libertades teniendo en cuenta sus particularidades de carácter físico y sicológico. Por otra parte, a la mujer se la debe librar del trabajo improductivo como es el doméstico que en fin de cuentas no contribuye a su emancipación y progreso material y espiritual, en tanto que no se trata de igualar o identificar a los hombres con las mujeres en la idea equivocada de que por este camino se consigue la emancipación y la igualdad social.

Poco o nada significa entregarle a la mujer los derechos políticos sí no puede participar en a dirección, administración, control y vigilancia de los asuntos de la sociedad y del Estado. Así mismo debe levantarse un reproche contra las leyes que colocan a la mujer en desigualdad de condiciones con los hombres en el trabajo, la economía, la política y en general en todas aquellas actividades de la vida social.

La experiencia práctica y el conocimiento de la ciencia han demostrado que las diferencias entre los hombres y las mujeres nada tienen que ver con factores biológicos con que algunos ideólogos tratan de justificar el estado de atraso de las mujeres. Por otra parte, para algunos movimientos feministas los problemas de la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres se pueden resolver en el marco de la sociedad capitalista que además de consignar la igualdad formal de derechos, no está por lo demás en condiciones de garantizar materialmente su ejercicio, en tanto que el mismo implica un cambio en la estructura económica y política del sistema, no obstante que algunos gobernantes social demócratas proponen reformas tendientes a mejorar su condición, pero sin afectar las bases estructurales del capitalismo.

Aunque la desigualdad en Colombia entre los hombres y las mujeres ha pasado por diferentes etapas estando vigente desde hace más de treinta años la Constitución de 1991, el gobierno, el Congreso y las altas Cortes no han logrado hacer efectivos realmente los derechos de las mujeres con lo cual continúan siendo discriminadas en muchos aspectos, especialmente cuando se trata de desempeñar altos cargos públicos o privados salvo sí de hecho hacen parte de la élite dominante. Así mismo, la pobreza que afecta a las mujeres de las clases populares y medias de la población se constituye en una de las barreras para el acceso de los altos cargos.

En medio de las condiciones y circunstancias acuciantes por las que atraviesa el país, el propósito de los hombres y de las mujeres debe ser el de comprometerse en la lucha por el cambio social y la construcción de una sociedad libre de toda explotación, discriminación y exclusión tanto de mujeres como de hombres mediante los cuales se garantice la igualdad social de todas y todos, con el fin de lograr que el ejercicio de los derechos y libertades se convierta en una realidad palpitante y no en una simple formalidad jurídica consignada en la Constitución, las leyes, los tratados internacionales y las jurisprudencias de las altas Cortes en poder de las clases dirigentes, quienes tan solo pueden garantizar lo que se podría denominar como la igualdad de los desiguales.


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