Morelia, capital de Michoacán

Por Isabel Ortega |
620

  Iwerrgsabel Ortega Ruiz 

 Estudió derecho en la Universidad Autónoma de Barcelona, Máster en Mediación y Resolución de conflictos en la Universidad de Barcelona, profesional del sector asegurador por 2 años, especializada en propiedad industrial, área donde ha trabajado por 4 años.


Michoacán, estado de mezcal, aguacates, historia, volcanes, lagos y la costa pacífica. Actualmente se encuentra en una situación delicada, hay una guerra por el dominio del cultivo del aguacate, el oro verde, habiendo rumores de gente secuestrada y obligada a trabajar forzosamente en los campos. Un conocido originario de la zona que se vino con nosotras en coche nos contaba que ya le habían robado dos veces el auto en lo que iba de año. Nosotras cuando cogimos el coche para pasar el puente del día de los muertos fuimos por las carreteras estatales, donde se pagan peajes. No se nos pasó por la cabeza en ningún momento coger una carretera libre. Genera mucha tensión saber que no te puedes equivocar en la ruta para no acabar en un lugar indeseado. En estos momentos llevar el GPS no es suficiente (Google maps también se equivoca). Es recomendable haberse mirado la ruta con antelación para si en algún momento te quedas sin cobertura poder guiarte por las señales de tráfico.

qwewr

Nos alojábamos en Morelia, capital del estado, una ciudad colonial muy bien preservada, con un casco histórico grande y particular por su construcción en piedra de cantera rosada, típica de la región y con una actividad social y cultural vibrante. Gracias a su belleza arquitectónica, el Centro Histórico de Morelia ha sido reconocido por la UNESCO como “Patrimonio Cultural de la Humanidad”.

La belleza de esta ciudad radica en la grandiosidad de sus edificios, altos, corpulentos, coquetos, arrogantes que se suceden uno tras otro. Las calles empedradas son el escenario perfecto para estos edificios.

ewef4

Anteriormente esta ciudad fundada en 1541 por los españoles se nombraba Valladolid, pero tras la guerra de la independencia cambió su nombre a Morelia en honor al “padre de la patria” José Morelos. Allí se encuentra su casa, convertida ahora en museo, donde puedes conocer sobre su vida y sobre los inicios del movimiento independentista mexicano. Hacen una presentación muy curiosa nada más empezar con un muñeco a escala real de un Morelos muy joven que mueve la boca. En ese momento no sabes si te produce miedo o risa el muñeco, pero no pasa desapercibido.  

Volviendo a la ciudad, nada más llegar nos enteramos de que además de las actividades propias de la celebración del día de los muertos la ciudad acogía en eso momentos también un festival de cine con artistas extranjeros invitados y la feria del pan. Una ciudad con una vida social muy ajetreada. A esto hay que sumarle la oferta universitaria, tanto pública como privada, que ayuda a crear un ambiente joven y dinámico. Parece el legado de Morelos "Que se eduque a los hijos del labrador y del barrendero como a los del más rico hacendado."

Guarda semejanza con la ciudad manchega de Salamanca, por su semejanza arquitectónica y por su vida universitaria. Muchos rincones de Morelia son espacios de la vieja Castilla traspasados a tierras americanas.

qwf32

Decidimos ir Michoacán a pasar el día de los muertos yo y mi amiga Karla, pues según ella era de las regiones con más tradición. Y no se equivocó, toda la ciudad de Morelia estaba volcada en la fiesta. Estaban decorando las calles para el gran día, había pasacalles casi todos los días y en el teatro principal de Morelia estrenaban la obra musical “anima” que significa alma y trataba la temática de esta tradición. La ciudad vibraba, un bullicio de gente se concentraba alrededor de la plaza de armas, presidida por su barroca catedral, que es sin duda el edificio más emblemático y espectacular de la ciudad. No cabía un alfiler en el centro partir de las 19 horas, momento en el que empezaba el pasacalle para acabar en el encendido de la catedral a las 21:00 horas. Nosotras esperábamos con gran ilusión frente a la catedral a las 20:50 para deleitarnos con el espectáculo musical y pirotécnico prometido por los altavoces instalados en la ciudad. Sin embargo, estuvimos esperando de pie durante más de 30 minutos para 5 minutos escasos de fuegos que no iban acompasados con la música. Algo decepcionante, para que engañarnos. Lo bueno es que hay mucho margen de mejora y no dudo que lo hagan en los próximos años.

Tanto yo como mi amiga nos sorprendimos de la cantidad de edificios importantes que visitar y la cantidad de actividades culturales por disfrutar. Fuimos al teatro, a ver exposiciones, y después gracias a las fiestas por todos los santos pudimos disfrutar de cabalgatas y espectáculos de luces.

588

Nos alojábamos a las afueras de la ciudad, y cada mañana teníamos que recorrer el acueducto de Morelia hasta llegar a la Calzada de Guadalupe para llegar al centro. Entonces, fuimos viendo la transformación de sus calles día a día a través de estos paseos, en los cuales veíamos a gente día tras día construyendo altares, colocando velas, pintando letreros etc.

El domingo 30 de octubre asistimos a un desfile de coches disfrazados que empezaba a las 19:00 y eran las 20:30 y los coches seguían pasando, la hilera no se acababa, parecía infinita. Era como si toda Morelia y parte de los alrededores estuviera desfilando aquella noche.  Unos más ornamentados que otros, pero todos llenos de amigos, familias, sonriendo y participando con el público. En ese momento quisimos ser morelianas.

Uno de los puntos fuertes de la región es su gastronomía. La gastronomía michoacana, una de las más antiguas de México, fue catalogada desde el 2010 como Patrimonio Intangible de la Humanidad por la UNESCO. Bueno, en realidad fue la cocina mexicana, pero investigando por internet descubrí que si consultas el documento inscrito se hace alusión a Michoacán: “La Cocina Tradicional Mexicana, cultura comunitaria, ancestral y viva – El Paradigma Michoacán”

Nos pasamos los días deambulando por las calles del centro, repletas de palacios, mansiones e iglesias coloniales, con un vaso de choclo con queso en la mano y parándonos en puestos callejeros para degustar tostas de ceviche. Íbamos con una lista de comidas para tachar.

Probamos la sopa tarasca, perfecta para el frio, a base de frijoles, caldo de pollo y tomate. También nos atrevimos con los uchepos y las corundas, los primeros dulces a base de maíz tierno y los segundos muy parecidos a los tamales, pero triangulares. Yo al no estar tan acostumbrada a los sabores mexicanos me costaba y me cuesta aún notar los matices entre comidas con la misma base, en este caso maíz. Todo me sabe parecido, una pena.

efgwg

Lo que si no me supo parecido fue el helado de gazpacho que me tomé. Me dijeron que se trataba de una botana típica de Morelia, un coctel de frutas tradicionalmente hecho de mango, jícama, piña con jugo de naranja, un poco de limón y un pelín de chile piquín. Sin embargo, no llevaba un pelín, ¡era un helado picante y salado! y además con cebolla. Yo lo siento, pero me quedo con un buen gazpacho andaluz.

Eso sí, en Morelia si saben como servir un buen mezcal. Es típico ir al jardín de las rosas, una plazuela con rosales y muchas terrazas donde no pasan coches a tomarse algo al punto de la tarde para disfrutar del fresco que se levanta al atardecer. Allí nos pusieron el mezcal mejor servido hasta la fecha. Nos trajeron un vasito de mezcal en un plato con trozos de membrillo enchilado, queso de cabra, trozos de naranja y tomate verde. ¿Una bebida o un aperitivo? Esto me recordó a algunas partes de España donde aún se conserva la costumbre de servir la bebida junto con una pequeña porción de comida llamada “tapa”. En Morelia, los tragos de mezcal van con “tapa”.

No puedo acabar este artículo sin comentar una experiencia gastronómica imprescindible si van a Morelia. El tamal de chocolate con salsa betabel y flores del restaurante familiar LU del hotel casino. Una experiencia para los cinco sentidos.

Morelia nos dejó con buen sabor de boca. La vida cultural es digna de reseñar y el ambiente de sus calles y plazas te invita a pararte, descubrir sus rincones y tomarte un café de olla o un atole mientras charlas con sus habitantes en alguna de sus muchas terrazas.   

 

Búsqueda personalizada

Caliescribe edición especial