Falta de identidad de los habitantes con entorno

Por Carlos Botero |
324
Falta de identidad de los habitantes con su propio entorno

Carlos E Botero R

Una tarea que le corresponde a los urbanistas es la definición de indicadores para tener elementos de control en los procesos de proyectación de planes y áreas de intervención urbanísticas. Los más comunes son la densidad, el índice de construcción y el índice de ocupación que, en cada caso, asumen valores discrecionales asignados por quienes establecen las normas.

La toponimia es el análisis y explicación del origen y significado del nombre de espacios, lugares, calles, poblaciones, villas y ciudades

Algo similar sucede con la toponimia, que sin ser cuantificable, sirve como indicador de algún nivel de topofilia. La toponimia es el análisis y explicación del origen y significado del nombre de espacios, lugares, calles, poblaciones, villas y ciudades. Y hasta de países. Su relación con la topofilia, la afinidad e identidad de los ciudadanos con sus espacios urbanos habituales, se entiende –entre otros síntomas o indicadores- porque señalan niveles de afecto y cercanía cuando se hace referencia a ellos por su nombre. Si el nombre es desconocido o se cambia en algún momento de su existencia por otro diferente, será expresión de falta de identidad y dará pistas de pérdida o falta de topofilia.

Aunque suenen términos extravagantes, algunos casos locales nos permiten empezar a establecer el grado de afinidad afectiva de los habitantes de un área determinada con sus espacios, o de su inexistencia o pérdida.

Ejemplos caleños a diferentes escalas:

Algunos habitantes del barrio Caldas se reportan como residentes de El Refugio porque este parece más elegante

dgvrg
Barrio El Refugio - Cali

El barrio El Ángel del Hogar, su nombre original y “legal”, es denominado por muy buena parte de sus habitantes y por todo Cali –gracias a que Metrocali así bautizó una de sus estaciones más importantes del oriente de la ciudad- barrio Andrés Sanín. El barrio Popular, situado en inmediaciones de la carrera 1 y carrera 5 Norte y entre calles 40 y 44, es denominado por buena parte de sus residentes José Antonio Galán. Es evidente que el término popular resultaba demasiado genérico en virtud de la proliferación de barrios que, con diferentes nombres, tienen carácter popular. Algunos habitantes del barrio Caldas se reportan como residentes de El Refugio porque este parece más elegante, en la misma medida en que algunos de El Refugio preferirían reportarse del Caldas para bajar el estrato socioeconómico a la hora de liquidar impuestos. Otros más: el barrio Periquillo cambió su nombre por Villa del Sur porque a alguien le sonó más elegante; el barrio La Chacra –aún en Emcali usan ese nombre- ahora se llama Farallones, porque el nombre original nos suena raro, no es del leguaje del común. Por fortuna echaron mano de ese hermosa y enorme marca del paisaje.

Uno de los casos críticos al  identificar un área o un sector urbano es el del cruce entre la calle 70 y la avenida 3 Norte. A pesar de que ahí confluyen barrios de la entraña de Cali como Los Álamos, que es un hito de una etapa importante de la expansión urbana de Cali hacia el norte, alguien decidió otorgarle el prosaico nombre de Sameco, una sigla comercial que puede significar Samuel Mejía y Compañía, que además está en jurisdicción del municipio de Yumbo. Lo triste del cuento es que el nombre lo institucionalizan dependencias municipales o estatales, como Metrocali, Secretaría de Movilidad y otras más.

Cabrán muchas explicaciones al fenómeno, pero no se puede negar que expresan en gran medida la afinidad y cercanía con el entorno cotidiano, o su desprecio o, al menos, el desinterés y falta de identidad de los habitantes con su propio entorno.  

Búsqueda personalizada

Caliescribe edición especial