La mentira de Naciones Unidas

Por Jean Nicolás Mejía H |
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Jean Nicolás Mejía H

Profesional Ciencias políticas - Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. 28 años,  Máster en cooperación internacional y organizaciones internacionales de la Universitat de Barcelona


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Así lo reflejan  los recientes eventos a nivel internacional.  Por un lado, la situación en Ucrania, en donde el gobierno ruso ha violado la mayoría de los acuerdos imperativos de la carta magna

El sistema de Naciones Unidas es obsoleto. A pesar de que la articulación de las plataformas en donde los actores internacionales podían dialogar e integrarse sí promovió a lo largo de la segunda mitad del siglo XX -y lo que va del XXI- acuerdos en cooperación y articulación multilateral (probablemente la Unión Europea sea la expresión más sólida de la intención de cooperar), la realidad es que los principios imperativos del derecho internacional y de Naciones Unidas sirven solo a los intereses particulares.

Así lo reflejan  los recientes eventos a nivel internacional.  Por un lado, la situación en Ucrania, en donde el gobierno ruso ha violado la mayoría de los acuerdos imperativos de la carta magna que articula el sistema de Naciones Unidas, -siendo un país fundador- y además, siendo un país cuya injerencia en la Organización es tal que puede vetar cualquier intento de represalia directa, al menos en el plano político y diplomático.

El anuncio del presidente Putin, sobre la anexión de las regiones de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón a territorio ruso no fue bien visto por la comunidad internacional, y en consecuencia, no hay reconocimiento de los referendos celebrados al interior del gobierno ruso para “legitimar” la anexión de estos territorios, pero ello no va a impedir que en efecto Ucrania pierda estos territorios y los ciudadanos de estas regiones sean ahora rusos.

Por otro lado, los dinamismos políticos siguen permitiendo, promoviendo y legitimando espacios de discusiones ideológicas, discusiones que han sido condenadas anteriormente, e inclusive por las cuales se han creado tribunales internacionales transicionales (Los Juicios de Nuremberg) y que dieron sentido a la articulación misma de la Organización de Naciones Unidas. El partido ultraderechista Frantelli d´Italia, ha puesto a la primera mujer -Gioergia Meloni- en asumir las riendas del gobierno italiano por primera vez en su historia.

Meloni, quien al momento de asegurar la victoria electoral afirmó que gobernará “para todos los italianos”, usa un discurso altamente nacionalista, atacando a los inmigrantes y a colectivos LGTBI+Q y apoyando la normalización y el auge de partidos fascistas, como los “Demócratas suecos” (fundado por neonazis), quienes se consolidan poco a poco como una fuerza política en Suecia.

Por si fuera poco, la protección de los Derechos Humanos y el esclarecimiento de la verdad, la justicia y la reparación vuelven a quedar en un segundo plano -en la región latina-, luego de que países como México y Argentina no apoyaran - o más bien se abstuvieran de votar- la investigación de las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos en Venezuela, ejecutados por el régimen de Nicolás Maduro. Lo que sucede en la región es una radiografía global que evidencia la fractura que causa la situación de los derechos humanos en Venezuela, pues países como Estados Unidos y el Reino Unido apoyaron la comisión de investigación, mientras países como China votaron en contra.

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Cuba, más allá de querer defender a un socio en la región, cuestionó la ilegitimidad de las comisiones creadas para investigar estas violaciones por parte de Naciones Unidas al denunciar las irregularidades en los presupuestos para establecer dichas comisiones.

Cuba, más allá de querer defender a un socio en la región, cuestionó la ilegitimidad de las comisiones creadas para investigar estas violaciones por parte de Naciones Unidas al denunciar las irregularidades en los presupuestos para establecer dichas comisiones. Existe la evidencia de que la ONU dispondrá de más de cinco millones de dólares para sostener una comisión especial de investigación, cuando en principio se había informado que solo sería un poco más del millón de dólares.

Tal vez el filósofo norteamericano Hans Morgenthau no se equivocaba al afirmar que el único y verdadero interés de los Estados  en el plano internacional es consolidar el poder. Pero ciertamente, este no es el interés general de la población, que cada vez más parece despertar del letargo social y esto pone en evidencia la gran disyuntiva  -y lo que será el gran reto político del siglo XXI-: articular los intereses generales (son exigidos cada vez más con violencia) con las herramientas políticas, económicas y diplomáticas de los Estados y los Gobiernos, que han sido tradicionalmente usados para suplir intereses particulares.

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