Incriminación con saña del colombiano ante todo

Por Carlos Cuervo |
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Carlos Armando Cuervo Jiménez

Emprendedor y empresario con formación en Ingeniería Industrial


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Si se negocia un acuerdo de paz, surgen muchas voces contrarías a él, si como la paz se negociara con los amigos y no con los enemigos.

Somos un país habitado por gente incompetente para expresar su inconformidad ante las muchas acciones y ejecuciones perjudiciales pero si hábiles para construir discordia ante los asuntos triviales dejando de lado lo importante.

Si se negocia un acuerdo de paz, surgen muchas voces contrarías a él, si como la paz se negociara con los amigos y no con los enemigos.

Y los argumentos son absurdos e inverosímiles con un enemigo que nunca fue vencido en batalla.

Si se procura establecer un sistema de acuerdos comerciales, se entregan renglones económicos como el agrícola sin el menor cuidado, para años más tarde vernos expuestos a casi la hambruna.

Ahora se quiere eliminar la explotación petrolera y gasífera, como en un juego caprichoso bajo argumentos de cuentos de hadas, arriesgando de paso nuestra independencia energética.

Pero también se critica superficialmente la compra de miles de hectáreas a los ganaderos con destino a un fondo para pequeños agricultores que nos devolverían la tranquilidad en nuestra autonomía alimentaria.

Hay críticos para todo, basados en solo argumentaciones que nacen de sus visiones estrechas y personales, desoyendo las necesidades del bien común.

El banco emisor se obstina en elevar la tasa de intermediación disque para desestimular el consumo y moderar la inflación, cuando ya ese viene desacelerando por  mérito de las comidillas, la elevada tasa de cambio y la misma inflación.

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Somos una sociedad enferma de violencia, dedicada a las discusiones baladís, superficial hasta las raíces que nunca estudia fundamentos y razones para elaborar opiniones y juicios

Disputas por edredones, televisores de 50 y más pulgadas comprados por anteriores administraciones y también por la actual a nivel nacional, son el centro de acaloradas discusiones, mientras lo esencial como, los setenta mil millones de la conectividad del internet nacional de escuelas, un puente que lleva ocho años en construcción en el valle, obras inconclusas que nunca se completan, una cárcel en Buga, en Cali la ampliación de la vía al mar o la continuidad de la avenida de los cerros, pasan desapercibidas.

Somos una sociedad enferma de violencia, dedicada a las discusiones baladís, superficial hasta las raíces que nunca estudia fundamentos y razones para elaborar opiniones y juicios, dejándose arrastrar por un grupo de mercenarios y bufones que dicen ser periodistas, los cuales transforman las discusiones trascendentales en asuntos de comedia, sátira y espejismos ideológicos insulsos.

Y así marchamos, destruyendo nuestro terruño, convencidos que todo este mal que construimos entre todos solo afectará a los demás y no a nosotros.

Lamento escribir de esta manera, pero o abrimos los ojos o en unos años lamentaremos mucho el caos construido. 

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