¿Cuál cambio? ¡Mamola!

Por Guillermo E. U… |
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Por Guillermo E. Ulloa Tenorio

Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.


Parafraseando la palabra que el dirigente santandereano Horacio Serpa acuñó, convirtiéndola en expresión coloquial, es lo mas acertado y cercano a la campaña del Pacto Histórico de Gustavo Petro.

Independientemente de las ideologías socialistas del candidato, quien pretende cambiar el sistema de libertades individuales, de asociación corporativa, de libre mercado, de explotación petrolífera y extractiva, y propiedad privada, su campaña, y de quienes se esta rodeando, no ofrecen cambio alguno, sino contrariamente, la continuidad de la política tradicional colombiana.

¿Cuál cambio? ¡Mamola!

El flagelo de corrupción, enquistado en la política nacional por décadas, el cual, en cada elección se vocifera como caballito de batalla para un verdadero cambio, con el paso del tiempo y desarrollo de la campaña, se convierte en canto de sirena.

Adhesiones a la campaña de Petro de personas con largo historial de presunción de corrupción no ofrece variación alguna. Piedad Córdoba, Armando Benedetti, Roy Barreras, más recientemente Alfonso Prada, el mismo Petro y el rumor de integrarse a la campaña, Ernesto Samper, tejen serias dudas sobre la transparencia y pulcritud de la campaña.

Independientemente de las presunciones de corrupción de sus colaboradores inmediatos, tampoco ofrecen transformación de la forma como se viene haciendo política en Colombia. La mayoría de ellos ostentan largas trayectorias en el escenario político. Llevan décadas en posiciones de poder, sea en la rama legislativa o ejecutiva, colmada de componendas y oscuras alianzas, y legados políticos que se transfieren de padres a hijos y a familiares.

Así las cosas, la pregunta obvia es ¿Cuál es el cambio que el candidato ofrece? ¿Será que la ambición desmedida y desproporcionada de llegar a la primera magistratura del país ha enceguecido y obnubilado su percepción de transformación?

¿Cuál cambio? ¡Mamola!

En la década de los años sesenta, los presidentes norteamericanos, John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, expresaron que las complejidades de un país requerían de gabinetes destacados e integrados por “los mejores y más brillantes” funcionarios.

Atormenta saber, que con poco más de mes y medio para la primera vuelta presidencial, los colaboradores del candidato Petro, no encajan, ni mucho menos califican de pertenecer a un grupo elite con probada experiencia en el manejo de la complejidad estatal. Fue precisamente este mismo error de percepción, acompañamiento y nombramientos que hicieron fracasar la alcaldía de Petro en Bogotá.

Colombia merece seguir por el sendero de prosperidad, desarrollo socio económico equilibrado, lucha incansable de derrotar inequidades y pobreza de poblaciones vulnerables urbanas y rurales, seguridad jurídica y física de la población, dinamizar el agro, cobertura y calidad en educación y salud, generación de empleo, fortalecimiento de la justicia y combatir insaciablemente la corrupción.

Sinceramente, no veo en la campaña de Petro el cambio anunciado. ¿Cuál cambio? ¡Mamola!

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