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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.
Para algunos economistas y dirigentes políticos la recuperación económica en el país avanza con gran impulso en materia de crecimiento económico y reducción del desempleo, de la pobreza y de la desigualdad social, no obstante que en el panorama mundial crece sin cesar la inflación y existen temores por una posible recesión económica en USA y en Europa que también influirá en Colombia.
El hecho real es que el aumento inusitado de los precios de los combustibles, los productos, bienes y servicios que integran la canasta familiar y del mayor costo de las materias primas y suministros, han generado una gran incertidumbre a nivel del mundo capitalista globalizado.
Mientras tanto la economía del país continúa creciendo, aunque de manera desigual respecto de las regiones y departamentos más rezagados del desarrollo económico y social particularmente en el Suroccidente del país y de la Guajira.
Esta circunstancia sin embargo ha creado la sensación de que la dinámica económica se mantendrá incluso en el mediano plazo sin que se altere el ritmo económico de parte de aquellos factores recesivos que se prevé podrán presentarse a partir del año 2023.
Aunque la economía capitalista está creciendo también tiende a desacelerarse en medio de la crisis recesiva la cual se agrava con la adopción de medidas de carácter monetario como el alza de las tasas de interés, con las cuales se pretende controlar la inflación desbordada que puede derivar en una estanflación que conduce al estancamiento del crecimiento y desarrollo económico y social.
Por otra parte, en el caso de la economía colombiana debe señalarse que la devaluación del peso frente al dólar traerá consigo un mayor déficit de la balanza comercial y de pagos y un aumento de la deuda pública interna y externa, que agotarán las posibilidades del gobierno para financiar la inversión de capital y aumentar el gasto social en favor de los sectores más vulnerables de una sociedad con 20 millones de pobres absolutos y relativos difundidos entre las clases y grupos sociales medios y populares del pueblo colombiano.
No deja de sorprender la idea de construir un nuevo modelo económico y social, con el cual se crean una serie de expectativas de crecimiento y desarrollo que demandan de la aplicación de políticas públicas financiadas por el Estado con recursos del presupuesto nacional y encaminadas a mejorar el estado de pobreza del pueblo colombiano aumentar el empleo, las pensiones y acceder a la prestación de los servicios en salud, educación, vivienda, recreación, etc., con lo cual se pretende redistribuir el ingreso en favor de los más necesitados y reducir las diferencias entre pobres y ricos. Sin embargo, en las condiciones de la sociedad capitalista cualquier cambio en la distribución material de la riqueza social resulta prácticamente imposible de llevar a cabo, sin modificar la estructura misma de las relaciones económicas y en especial de las relaciones de propiedad, en tanto que existe la posibilidad de que quien recibe más altos ingresos pague mayores tributos, cuando no es que en la propia legislación se establecen ciertas ventajas tributarias en favor de los monopolios que terminan pagando menos impuestos y beneficiándose de toda clase de deducciones, exenciones, subsidios, franquicias, etc.
En todos los países del mundo capitalista existe la tendencia a reducirle los impuestos al gran capital con el argumento de que de esta manera se estimula y garantiza la inversión y el desarrollo económico, al tiempo que se amplía la base gravable de aquellos contribuyentes que en lo fundamental viven de su trabajo y deben pagar altos impuestos por sus viviendas y negocios, además de los impuestos indirectos como el IVA que se cobra en igual proporción tanto a ricos como a pobres, transgrediéndose el principio de la progresividad establecido en este caso en la Constitución política del país.
No sobra advertir como algunos dirigentes gremiales plantean la posibilidad de congelar los salarios como una medida necesaria para evitar el alza de los precios, de los productos bienes y servicios, y así poder controlar la inflación, en tanto que el Estado capitalista es incapaz de contener las fuerzas espontáneas del mercado que elevan indiscriminadamente los precios de las mercancías en función de la ley de la oferta y la demanda, como tampoco impedir que los monopolios impongan los precios de los bienes y servicios en medio de la lucha competitiva y de la anarquía de la producción.
Y de ahí la necesidad de reflexionar sobre el verdadero contenido de la denominada “recuperación económica del país” que solo beneficia al gran capital financiero nacional, a fin de no quedarse con el análisis superficial y externo de los fenómenos y procesos económicos y sociales que en este caso caracterizan este período de nuestro acontecer histórico, mediatizado por la demagogia, el populismo y el reformismo encarnados en las políticas del régimen, tendientes a apaciguar los ánimos de las fuerzas progresistas y democráticas del país que no deben dejarse seducir con las apariencias e ilusiones de la llamada “recuperación económica” que más parece una bella flor pero sin raíces.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social
