El mundo de los mercenarios profesionales

Por Jean Nicolás Mejía H |
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Jean Nicolás Mejía H

Profesional Ciencias políticas - Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. 28 años,  Máster en cooperación internacional y organizaciones internacionales de la Universitat de Barcelona


 

Como si se tratase de una película de Hollywood, el miércoles en la madrugada a la casa del presidente de Haití, Jovené Moise, llegaron 5 camionetas de las cuales descendieron hombres vestidos con chalecos de la DEA. Presuntamente, estos hombres se infiltraron en la vivienda, al mandatario lo torturaron y lo asesinaron, a su hijo lo amordazaron junto con una persona del servicio doméstico, y a su esposa la hirieron. 

Más tarde las versiones cambiaron. Llegaron después del asesinato del presidente y  más bien socorrieron a la esposa e hija. Independientemente de si las versiones dadas inicialmente son ciertas o no -y seguirán cambiando pues se trata del asesinato de un presidente en donde claramente actuaron intereses ocultos- el asesinato si fue cometido por un grupo de hombres con entrenamiento previo. 

En febrero, el mandatario había advertido a sus cercanos de un complot para asesinarlo, dar un golpe de estado y desestabilizar al país. En una entrevista argumentó que las familias y empresarios más poderosos de la nación, que controlan los principales recursos, estaban detrás de este plan.  

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Las versiones ya se contradicen, poniendo en duda cualquier verdad dicha hasta el momento. Lo que sí se sabe, es que  de los 17 de los detenidos, 15 son colombianos - soldados en retiro de las Fuerzas Militares colombianas- y dos estadounidenses.

Estos militares en retiro son mercenarios. Un mercenario es un profesional con experiencia militar que lucha o lleva a cabo una misión por un beneficio económico o personal. Y Colombia es potencia mundial en exportación de mercenarios. 

Avezados por más de 60 años de conflicto armado, entrenados por las Fuerzas Especiales de Estados Unidos, expertos en combate y especializados en Operaciones Especiales del más alto nivel estratégico, los militares en retiro colombianos se han convertido hace algunos años en el activo más valorado en el mercado de mercenarios del mundo, donde usualmente siempre han destacado los estadounidenses, británicos, israelíes y franceses. 

Cada año en Colombia salen del retiro un gran número de militares profesionales, ya sea pensionados, porque no avanzaron más en el escalafón militar, o porque entienden que su entrenamiento es un valioso recurso que pueden explotar económicamente. 

Muchos de ellos salen de las filas de la fuerza pública para “venderse” al mejor postor (que puede ser un actor legal, o ilegal). Y no es para menos, en Oriente Medio (principalmente en países como Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí) el ex militar colombiano es muy bien valorado, pues puede recibir salarios de entre 5 mil a 10 mil euros mensuales por llevar a cabo operaciones privadas, que pueden ir desde vigilancia y seguridad, hasta desestabilizar el gobierno de un país ( tal y como sucedió en Haití). Ni un oficial con más de dos décadas de servicio cobra esos importes.

Estas unidades de profesionales con entrenamiento militar no siguen parámetros ni estándares internacionales en el marco de los derechos humanos, -donde usualmente si lo harían las fuerzas legítimas- y ahí es donde reside su valor intrínseco: un privado puede pagar altas sumas para que el mercenario lleve a cabo el plan, por más ilegal que sea, esto hace que sean calificados de alguna forma u otra, en función de sus operaciones y objetivos.

Algunos grupos de mercenarios privados, como el Wagner (algunos analistas han sugerido que el grupo Wagner es un red de mercenarios rusos alineados con los intereses de Putin, como una fuerza del gobierno fuera de la legalidad, el Kremlin ha rechazado esto sistemáticamente ) se han ganado el calificativo de “brutales”, pues no siguen protocolos a la hora de realizar misiones, son efectivos y eficaces bajo el contexto del éxito de la misión, sin medir consecuencias colaterales. Son usualmente asociados a fuerzas especiales secretas -clasificadas- al servicio de los gobiernos ( en el caso del Wagner, de la administración de Putin).

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Otros grupos por ejemplo, se hacen llamar “contratistas de seguridad”, como lo describe David Morales, Gerente de UC Global,  una empresa que se dedica a “aportar soluciones a las necesidades de los gobiernos y sector empresarial privado en las áreas de seguridad  marítimo-terrestre  y a evaluación de seguridad en infraestructuras críticas”. Este exmilitar español estuvo 18 años en la Unidad de Operaciones Especiales de la Infantería de Marina. “Cuando secuestraron barcos en Somalia, fuimos a socorrerlos”, comenta. 

Los mercenarios son al final producto de un sistema internacional en donde cada estado produce hombres con capacidades militares y estratégicas aplicables no sólo a la seguridad y defensa de un país, sino intereses privados, y componen una bolsa de oferta laboral importante en una sociedad cada vez más privatizada.

Seguirán siendo importantes y cada vez más, pues evidentemente son efectivos: después de todo, hayan sido o no los colombianos mercenarios capturados los ejecutores del difunto presidente de Haití, la fuerza que lo abatió y la mente intelectual detrás de todo, logró lo que quería: el país ya se desestabilizó socialmente y empieza una crisis política de cara a elecciones presidenciales en septiembre.

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