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El único gol del partido se registró en el primer tiempo. Suficiente para Argentina, lapidario en Brasil. El nuevo campeón de la Copa América celebra en el Maracaná.
Argentina no ganaba una Copa América desde 1993. Su último título oficial, hasta ahora. Contra su rival más enconado, en su propio campo, se bañó de gloria de nuevo.
El estadio Maracaná esta vez no fue testigo de una vuelta olímpica brasilera. Los visitantes se llevaron el privilegio. Argentina lo ganó bien. Fue táctico, agresivo. Impuso su orden y cuando le quedó una, aprovechó.
El gol de la gloria en el seleccionado albiceleste lo anotó Ángel Di María en el minuto 22 del primer tiempo. Partió habilitado y luego impuso su autoridad, con las finas maneras que tiene de controlar y definir. Estupenda anotación.
Bajo este contexto adverso la respuesta de Brasil no tuvo la suficiencia necesaria para combatir ese férreo manejo de los argentinos. Ellos, conscientes de tener la ventaja en su poder, procuraron por mantener lejos el peligro. Se trenzó una batalla en la mitad del campo.
Argentina fue ordenada. Equipo serio, con la colaboración como el eje central de su estrategia. Cuando Brasil entraba en desespero, peligro. Se jugó a su manera, más allá de un dominio timorato del cuadro local.
Cuando el partido llegó al terreno del todo vale también fue mejor la albiceleste. Soportó los embates con hidalguía. Justo y merecido campeón.
