El estado deplorable de Buenaventura y sus habitantes

Por Luz Betty Jime… |
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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


 

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A lo anterior se suma la presencia de bandas organizadas de delincuentes que han convertido a Buenaventura en el epicentro de sus acciones criminales

Las autoridades a nivel nacional, departamental y municipal son responsables por omisión en el ejercicio de sus funciones por el abandono en que hoy se encuentran la ciudad de Buenaventura y sus habitantes, en poder de grandes emporios que como bien lo afirma Monseñor Rubén Darío Jaramillo en entrevista al diario El País del pasado 8 de septiembre, es el que mueve los hilos del poder “desde ciudades como Cali, Bogotá o del extranjero y ponen gobernantes y alcaldes con tal de que el sistema corrupto funcione a la perfección”.

A lo anterior se suma la presencia de bandas organizadas de delincuentes que han convertido a Buenaventura en el epicentro de sus acciones criminales ligadas con el narcotráfico, el contrabando de armas, la extorsión, el chantaje, generadoras de toda clase de violencias que hacen imposible la paz, la tranquilidad y el sosiego doméstico de sus habitantes.

Sin embargo, las soluciones que se ofrecen por los gobernantes de turno no son suficientes para resolver los graves problemas que afrontan la ciudad y sus gentes abandonadas por el Estado desde siempre y no obstante las promesas que les hacen al pueblo bonaverense en sus visitas, en las cuales solo se escuchan los discursos y aplausos de los dirigentes políticos y de los sectores económicos que se han apropiado de las ventajas comparativas y competitivas que posee Buenaventura como el principal puerto de Colombia sobre el océano Pacífico.

Está claro que los problemas de Buenaventura y sus posibles soluciones no se pueden limitar únicamente a combatir a la delincuencia organizada, que por lo demás actúa a plena luz del día a pesar de la presencia de la fuerza pública incapaz de someterlas al imperio de la ley, particularmente en determinados barrios de la ciudad en donde dichas bandas disponen del poder y de la fuerza para someter a la población a sus designios criminales.

Las soluciones de los problemas de la ciudad y de sus habitantes, es sin duda, un asunto de carácter estructural que lamentablemente se agrava cada vez más ante la negligencia e inoperancia de sus gobernantes que poco o nada hacen por mejorar la condición económica y social del pueblo, sumido en la pobreza sin servicios públicos ni oportunidades de trabajo ni futuro para las nuevas generaciones que crecen en medio de la desesperanza y de la violencia que cunde en vastas zonas del territorio distrital en donde impera la ley del más fuerte y la justicia de mano propia como instrumentos para saldar cuentas y apropiarse de la vida, honra y bienes de los ciudadanos.

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Todo lo que se viene realizando para garantizar la convivencia mediante el diálogo, al igual que el desarme de las bandas de delincuentes

Todo lo que se viene realizando para garantizar la convivencia mediante el diálogo, al igual que el desarme de las bandas de delincuentes, tan solo constituye una posibilidad formal para sortear los graves problemas que se enfrentan en la realidad y se expresan en la falta de voluntad del Estado y de sus gobernantes cuyas soluciones se quedan en las mismas promesas de siempre.

ADENDA: La democracia participativa en la ciudad de Cali se convirtió en una simple instancia de comunicación y “socialización” de las decisiones que se toman por los gobernantes con un pequeño grupo de ciudadanos para anuncian toda clase de obras y de proyectos como por ejemplo, las que se están realizando en el parque de Cristo Rey, las que se piensan ejecutar en el boulevar de San Antonio o en la avenida sexta o las rejas versallescas que se construyen en los separadores viales y en las zonas verdes, las cuales muy poco tienen que ver con las verdaderas necesidades de los caleños que con justa razón se quejan del grado de inseguridad que se vive en la ciudad, la permisibilidad de las autoridades con las violaciones del espacio público, el mal estado de las vías, los problemas relacionados con el transporte y la movilidad y en general con las garantías para la convivencia social y el sosiego doméstico. Todo lo cual ha contribuido a generar un gran malestar social que hace que los ciudadanos no tengan otra opción que manifestarse en contra de esta realidad, mediatizada por la demagogia, el populismo y el reformismo tendientes a apaciguar los ánimos de los caleños que demandan de las autoridades la defensa del interés general por encima del interés particular en este caso disfrazado de interés social.


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