Crecer o decrecer

Por Benjamin Barne… |
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El dilema no está en una cosa o la otra pues es muy claro que unas cosas sin duda deben crecer pero otras todo lo contrario

Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011


El dilema no está en una cosa o la otra pues es muy claro que unas cosas sin duda deben crecer pero otras todo lo contrario. Basta analizar con una mirada abierta, sin preconceptos, temas como el ecológico, el social y el económico para poder verificar fácilmente que algunos de sus aspectos deberían crecer pero otros decrecer, produciendo a su vez cambios culturales de crecimiento o no, y lo mismo en lo político que deberá estudiarlos, informarlos, manejarlos y controlarlos.

Lo primero es comenzar por lo ecológico, es decir el estudio de los seres vivos como habitantes de un medio, y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio, por lo que lo del cambio climático implica disminuir ya el uso de combustibles de origen fósil y aumentar el de las energías alternativas, recuperar selvas y bosques y su flora y fauna, y disminuir la sobrepoblación humana del planeta y evitar sus grandes concentraciones urbanas.

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En cuanto a lo económico, es decir lo relativo a la administración eficaz y razonable de los bienes

Con respecto a lo social, es decir el estudio de la estructura y funcionamiento de la sociedad, hay que ayudar a que la inclusión de todos en un mundo global crezca, a tiempo que decrecen las discriminaciones por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, edad, condición física o mental, etc. tanto de individuos como de colectividades enteras por ser diferentes pero pasando por alto que todos podrán ser victimas del cambio climático y en mayor o menor grado sus generadores.

En cuanto a lo económico, es decir lo relativo a la administración eficaz y razonable de los bienes y actividades que integran la riqueza de la sociedad, se debe procurar que esta crezca, pero la concentración de la mayor parte del capital en unos pocos individuos y casi todos en un mismo país, debe decrecer en lugar de crecer cada vez más y por lo tanto su poder y por consiguiente el número de los más pobres; y todos consumiendo irresponsablemente cada vez más y cada vez peor.

Así, mientras que lo perteneciente o relativo a una cultura globalizada debe crecer, sin alterar las diferencias tradicionales, que hay que conservar, la intolerancia cultural por lo contrario debe decrecer procurando que finalmente desaparezca. Recordar que la cultura es el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, social y económico de una localidad; por eso los viajeros cultos deberían aumentar en tanto que los turistas ignorantes disminuir.

 Y lo político, entendido como el gobierno del estado, debe crecer en cuanto a su conocimiento de todo lo anterior por parte de los que aspiran a regir los asuntos públicos, y decrecer la mera politiquería junto con la creciente corrupción que siempre la  acompaña. Que crezcan las verdaderas democracias y el papel de la ONU en todo el mundo y decrescan las dictaduras y los ejércitos que las sostienen y que por supuesto desaparezcan todas las armas nucleares antes de que explote alguna.

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“Si el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la Tierra durante los próximos cien años” fue la conclusión de Los límites del crecimiento, 1972, Club de Roma, en su última edición, 2012. Con más datos fiables ya debería ser evidente para todos lo de la huella ecológica de todo lo que se consume y el uso prioritario de recursos sostenibles y evitar los desperdicios

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