El G7 y el acuerdo histórico

Por Jean Nicolás Mejía H |
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*Jean Nicolás Mejía H

Las potencias económicas del mundo llegaron esta semana a un acuerdo sin precedentes, que podría marcar un antes y un después en la economía internacional y de la concepción de tributación y pago de impuestos de las empresas multinacionales alrededor del mundo.  

El grupo del G7, que en sus inicios fue pensado como un foro informal para la discusión de cuestiones puramente económicas  y monetarias en 1974, ahora es el grupo de las siete mayores potencias económicas del mundo: Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos. La gran excepción es China, pues en ese momento la esencia del foro era  tratar la crisis petrolera del 74´, y el gigante asiático atravesaba por situaciones sociales complejas y no era aún la potencia que es hoy. Ahora, se ha convertido en un foro de discusión de asuntos de interés social a nivel internacional, como el cambio climático y la desigualdad, desde una perspectiva del desarrollo económico y monetario.

El G7 y el acuerdo histórico

Los Ministros de Finanzas de los respectivos miembros de los países que integran el foro, anunciaron conjuntamente que han logrado, tras varios años de debate, un pacto que busca crear las bases de la que será la nueva fiscalidad a nivel internacional, mediante la imposición de un impuesto mínimo universal del 15% sobre los beneficios de las empresas. 

Y a pesar de que es una idea que aún está en construcción, y harán falta primero más facilidades fiscales a nivel local de los países para que de verdad pueda funcionar, deja entender que si la idea ya estaba en discusión, las coyuntura actual término por germinar el plan. La crisis del coronavirus ha dejado hasta ahora dos lecciones importantes a nivel de la  economía internacional: la primera que los nuevos emporios económicos y comerciales son los sectores tecnológicos y digitales.

Y la segunda, que los países tienen un problema fiscal desde hace varios años, y es por la tradición financiera de las multinacionales de no tributar en sus países donde deberían tener residencia fiscal,  lo que a la larga les ha permitido acumular mucha riqueza, les ha privilegiado con excepciones monetarias, y al final el recurso público ha visto poco o nada de esas grandes cantidades de dinero que mueven estas economías; que paradójicamente ahora son las más fuertes a nivel económico y  comercial. 

Lo que sugiere la idea, es que aquellas multinacionales -empezando por Google, que solo por tener sede fiscal en las Bermudas tuvo beneficios en los últimos tres años cercanos a los 34.000 millones de dólares sin tributar un centavo por esas ganancias, en el país que debería ser su residencia fiscal, Estados Unidos- empiecen a pagar ese porcentaje de sus ganancias, para un recaudo que además tiene fines bastante específicos. 

El primero y más urgente, reactivar diversos sectores que se han visto golpeados por la pandemia, como los sectores de las manufacturas. Y luego aquellos fines que buscan equilibrar el sistema de mercado tributario del sector privado a nivel global, pues sucede que en la mayoría de los casos y en la mayoría de regiones las empresas pequeñas y privadas tributan fuertemente, mientras las grandes no. No solo es un sistema estructuralmente incorrecto, sino que además no permite un recaudo real y grueso para el sector público, recaudo que evidentemente resulta siendo esencial y determinante y que podría ser la solución ( si se usara de manera correcta) a muchos problemas que ya necesitan solución, como el hambre o la pobreza extrema. 

La tensión entre las altas esferas ejecutivas y los gobiernos ya es real, pues esto puede marcar una revolución en el planteamiento de reformas económicas y políticas en el marco global, pues son acuerdos de carácter vinculante y obligatorio que se cuecen en espacios informales, y no en las discusiones de los espacios tradicionalmente creados para ellos, como las organizaciones internacionales. 

Cuando un grupo pequeño de países que son potencias e influyentes en el sistema internacional toman medidas de esa magnitud, crean un efecto dominó en donde el resto de países del sistema internacional se irá adecuando y moldeando poco a poco, para servir a esos intereses.

 Sin duda alguna son tiempos únicos, de profunda reestructuración social y política, de búsqueda de nuevos planteamientos y de cambios en el sistema internacional.

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