Algunas recomendaciones ante las travesuras de “El Niño”

Por Guillermo E. U… |
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Por Guillermo E. Ulloa Tenorio

Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.


Dice el viejo refrán “Abril aguas mil, mayo hasta romper el sayo”. No obstante, la expresión tiene su origen en la península ibérica, en nuestro resplandecer tropical cae como anillo al dedo. Tradicionalmente abril es un mes de intensa lluvia y mayo es impredecible, por ello no podemos arriesgarnos sin lucir la indumentaria adecuada de lluvia, conocido como el sayo.

Después de casi tres años de lluvias continuas, resultando en inferiores producciones agropecuarias y precios más altos de alimentos, en las últimas semanas presenciamos el cambio de la tendencia lluviosa, anticipándose el clima hacia días secos y de altas temperaturas. 

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Al despedirnos del fenómeno climático de “La Niña”, entraríamos de lleno a ser abrazados por “El Niño”, con su comportamiento opuesto. De intensas lluvias, baja luminosidad e inundaciones, el clima cambia hacia días de sol canicular resplandeciente, calor insoportable y signos inequívocos de sequía.

¿Será que en esta ocasión estamos mejor preparados? 

La autodisciplina que nos impuso la pandemia es un buen inicio. Si fuimos capaces de vencer esa inolvidable adversidad, hoy podemos aprovechar lo aprendido y enfrentar el fenómeno del anunciado cambio climático.

Empecemos protegiéndonos del sol. Usemos manga larga, sombrero y protector solar. Aprovechemos la inmensa gama de productos dermatológicos para mantener humectado el cuerpo. La hidratación es fundamental. Beber líquidos, esencialmente agua, es importante.  

Debemos ser prudentes con el riego de plantas, árboles, zonas verdes y el lavado de automóviles. Si bien es cierto necesitan agua, espaciemos su regadío y lavado. No se justifica podar árboles, necesitan de su frondosidad para defenderse. Protejamos la forestación de las cuencas de los ríos y de nuestros cerros ante las malignas intenciones de pirómanos. Mantengamos limpios los cauces de escombros y basuras. Cualquier lluvia repentina podría arrastrar el material, provocando inundaciones. 

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Seamos ahorrativos en el consumo de agua y energía. Eventualmente, y en caso de prolongada sequía, los embalses, generadores del 70% de la energía nacional, disminuyen su capacidad de almacenamiento, y por ende generación. Las bocatomas de los acueductos registrarán bajos caudales y en algunos momentos turbiedad, acompañada de contaminación del afluente, causando cortes intempestivos de suministro de agua. 

Reciclemos material, plástico, vidrio, papel, cartón y aluminio generando ahorro significativo de agua y energía.

Enfrentemos las “travesuras del niño” con el mismo altruismo con el cual vencimos la peor epidemia que nos tocó vivir.

Enseñemos con nuestro ejemplo que todo puede ser superado.

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