Transformaciones urbanas

Por Benjamin Barne… |
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convertir una plaza en un parque, o este en una zona deportiva; una calle en una vía o en un estacionamiento

Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011


Además de lo muy pertinente y oportuno de su título: Ciudad  Igualdad Felicidad, este reciente (2021) libro de Enrique Peñalosa Londoño lleva a pensar críticamente en las transformaciones planificadas de las ciudades y sus edificios. Por ejemplo convertir una plaza en un parque, o este en una zona deportiva; una calle en una vía o en un estacionamiento; cambiar un centro urbano por centros comerciales en otra parte; o lo contrario en todos estos casos y que siempre depende de dónde, por qué y cómo. Y lo mismo al cambiar el uso de un edificio, reformarlo, remodelarlo, ampliarlo, achicarlo o demolerlo, además de los cambios espontáneos y constantes que sufren con o sin permiso.

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Convertir una plaza (que son para cruzar y realizar eventos) en un parque (para caminar y sentarse a mirar), dejó a ciudades, como Cali

Convertir una plaza (que son para cruzar y realizar eventos) en un parque (para caminar y sentarse a mirar), dejó a ciudades, como Cali, sin su principal plaza y símbolo urbano, pero en climas tropicales, calientes y medios, se pueden cambiar sus prados, matas y arbustos por suelos duros permeables, y mantener algunos árboles o palmas para constituir sombreadas “plazas tropicales”; o hacerlo sólo en parte sumando plaza y parque ya que muchas son suficientemente grandes. Y convertir un parque de barrio, lugar de encuentro de sus vecinos, en una cancha de fútbol está mal y estas pueden estar en las zonas verdes o grandes parques, ya que otra cosa es instalar unos columpios.

Destinar una calle a ser una vía para carros con estacionamientos a sus costados pero sin buenos andenes, es un atropello a sus vecinos y más cuando se las amplía pues rara veces se completan a todo su largo; pero eliminando los carriles innecesarios que quedan se lograría recuperar y agrandar los andenes y hasta se pueden hacer terrazas; y mayor atropello es cuando los carros se trepan a los andenes y antejardines impidiendo el paso de peatones. Por su parte las bicicletas precisan de ciclovías ya sean independientes o paralelas a los andenes, demarcadas en ellos y a su mismo nivel pero separadas por la fila de sus árboles; o estar en las calzadas de las vías eliminando carriles de carros.

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Cambiar de uso un edificio, reformarlo, remodelarlo, ampliarlo o demolerlo no solo afecta al edificio mismo en tanto usos del suelo e imagen


Los centros comerciales no solo acaban con las tiendas de esquina de los barrios ancestrales y con las calles comerciales de las ciudades, sino con sus mismos centros tradicionales, constituyendo “pseudo ciudades” en las que paradójicamente se encuentra lo que se echa de menos en las de verdad: no hay carros, y son atractivos y seguros. Sin embargo, ubicándolos bien y dotándolos de viviendas y oficinas pueden ayudar a consolidar ciudades dentro de la ciudad, con centralidades peatonales de las cuales formarían parte, unidas entre ellas por un sistema integrado de transporte público, sin duda una solución para la mejor movilidad, seguridad y calidad de vida en las ciudades más grandes.

Cambiar de uso un edificio, reformarlo, remodelarlo, ampliarlo o demolerlo no solo afecta al edificio mismo en tanto usos del suelo e imagen, sino y sobretodo al lugar en donde se ubica ya sea una calle, una avenida, una plazoleta, una plaza, un parque, una zona verde: afecta a la ciudad toda. Sin embargo, si bien en todas partes existen normas sobre los usos del suelo, alturas y voladizos permitidos y aislamientos y retrocesos exigidos, casi nunca las hay sobre los empates formales y de color con los vecinos para conformar fachadas urbanas, quedando estas en manos de la sensibilidad y ética de los arquitectos en la mayoría de los cuales lo que se impone es “su” estética ignorando la del lugar.

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