Conceptualización del principio de la igualdad social l

Por Luz Betty Jime… |
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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


 

El concepto de igualdad deviene de una relación social en que los seres humanos son en principio iguales no desde el punto de vista físico, psicológico o simplemente formal, sino respecto de su situación económica ligada a una determinada clase o grupo social la cual cambia al modificarse dicha relación de igualdad o desigualdad social.

Una forma de percibir su continuidad es contraponiendo los hechos de igualdad frente a los hechos de desigualdad que surgen en las sociedades divididas en clases en donde se hacen más ostensibles las diferencias sociales.

Algunos ideólogos apelan al concepto de “igualdad general” que no existe en la realidad, ya que tampoco existen el hombre o la mujer en general sino los hombres y las mujeres que se diferencian por sus cualidades naturales y sociales (edad, raza, sexo, nacionalidad, profesión u oficio, ideología, cultura, etc.), siendo lo esencial las diferencias de clase que surgen en el marco de la vida económica material y que en lo fundamental determina su modo de vida, su manera de pensar, de ser y de actuar desde el punto de vista ideológico, político, social, cultural, etc.

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Ahora bien, partiendo del hecho histórico y social según el cual la producción de bienes y servicios constituye la base natural y perenne de la existencia y desarrollo de la sociedad, es apenas lógico pensar que la situación de igualdad o desigualdad de los individuos depende esencialmente de la clase o grupo social que posee el dominio económico sobre los medios efectivos de la producción social que se apropia del producto del trabajo ajeno y de la riqueza social,

Desde luego que el concepto de igualdad o desigualdad social no deviene en forma mecánica ni automática de las condiciones económicas materiales en que surgen las clases sociales, en tanto que dicho concepto no solo es producto de la influencia de las cambiantes y dinámicas relaciones sociales sino de la acción consciente de los seres humanos, precedida de objetivos y fines concretos, ligados con sus intereses y necesidades fundamentales acordes con las condiciones históricas heredadas, las cuales son a su vez objeto de la transformación social por cuenta de los propios individuos, clases y grupos sociales.

Así las cosas, los conceptos de igualdad o desigualdad no pueden analizarse desligados de la propia realidad y mucho menos a partir de interpretaciones subjetivas revestidas de un ropaje abstracto, absoluto y eterno e ilimitado, desprovisto de todo contenido social e histórico.

En las condiciones de la sociedad capitalista los ideólogos en su afán por ocultar la situación de desigualdad en que se encuentran las clases y grupos que son objeto de la explotación económica del trabajo, la discriminación social y de género y la exclusión política, tratan de demostrar que de acuerdo con la Constitución, la ley y los tratados internacionales, todos los individuos son iguales ante la ley independientemente de su raza, edad, género, sexo, profesión u oficio, ideología y cultura, lo cual no deja de ser más que una formalidad en cuanto al reconocimiento y ejercicio de los derechos y deberes, tal como sucede por ejemplo en el caso de la contratación laboral en que el empleador y el trabajador aparecen como iguales en derechos y deberes y por tanto son libres para contratar y obligarse mutuamente, solo que al trabajador no le queda otra opción que vender su fuerza de trabajo al empleador del cual se vuelve dependiente ya que su vida y la de su familia dependen de su salario, particularmente en aquellas circunstancias de crisis general por las que en la actualidad atraviesa el capitalismo global.

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A lo anterior deben agregarse las medidas restrictivas que se imponen por ejemplo, al ejercicio de los derechos de huelga, de asociación sindical, negociación colectiva como al acceso a una pronta y cumplida justicia, a una salud eficiente, educación de calidad y vivienda digna; derechos estos que no se garantizan plenamente al común de la población que en muchos casos es excluida de las correspondientes garantías consagradas en la ley, generándose con ello un gran desequilibrio entre los derechos y los deberes, lo cual se hace más evidente respecto de los derechos socio-económicos frente a los cuales el Estado no cumple con su deber de asegurar su ejercicio en igualdad de condiciones para todos los asociados, al tiempo que favorece con su ejercicio a quienes el régimen considera sus aliados políticos y socios en los negocios respectivos.

En cuanto a los derechos socio políticos la posibilidad de escoger a los gobernantes no deja de estar mediatizada por el soborno que le abre paso a la corrupción de la política y a la infracción de las leyes electorales, cuando no es que los electores son tratados como simple masa electoral disponible por los jefes de los partidos y movimientos políticos que los manipulan con el ofrecimiento de toda clase de promesas y dádivas electorales. Los desequilibrios existentes entre los derechos y los deberes contribuyen al incremento de la desigualdad económica y social.

Los sectores políticos democráticos y progresistas deben utilizar los recursos y las instancias existentes de justicia y de control electoral para denunciar los atropellos del régimen capitalista, además de desentrañar del contenido de las palabras y de los formalismos legales la verdadera esencia de clase que contienen estas formas, expresiones y manifestaciones de carácter jurídico y político.


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El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social

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