La fragilidad de la red vial nacional

Por Carlos Cuervo |
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Carlos Armando Cuervo Jiménez

Emprendedor y empresario con formación en Ingeniería Industrial


El reciente incidente de destrucción de al menos 2 kilómetros de la vía panamericana en el municipio de Rosas, debería trasladar sobre el tapete la inestabilidad de nuestra malla interandina de carreteras.

Bogotá-Melgar está en reparaciones y ha convertido un desplazamiento de dos horas en un calvario de siete a ocho; Cali-Dagua-Loboguerrero con paso restringido ante hundimiento y desaparición de al menos 200 metros de carretera. Y la lista puede crecer ante las inestabilidades geológicas de la vía Bogotá-Villavicencio o en Santander en donde en años anteriores el invierno ha dejado vías cerradas por semanas.

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¿Qué pasaría si la falla que está entre Buga-Loboguerrero se vuelve a inestabilizar?. Perderíamos el flujo de entrada y salida de mercancías a Buenaventura por cuantos días o semanas.

¿Porque seguimos estando tan expuestos a la frecuencia de los fenómenos climáticos?. Alguna vez le escuché a un ingeniero topográfico calificado comentar que sus colegas italianos se sorprendían de nuestra antigua forma de construir caminos y carreteras con taludes. En Italia prácticamente las cuelgan de las montañas, sistema de construcción extremadamente costoso para nuestra economía del tercer mundo. Aunque más barato en el transcurso del tiempo dada nuestra compleja topografía y excesos del clima.

Esta discusión sobre cómo construir las vías en Colombia nos conduce a preguntar si no es tiempo de apoyar, convirtiéndolo en política de estado, la recuperación, modernización y  ampliación de una red férrea nacional, aun a expensas de las propuestas exageradas del presidente Gustavo Petro y su proyecto de Buenaventura a Barranquilla.  

Políticos, periodistas nacionales y algunos gremios ridiculizaron la propuesta de una red férrea uniendo estos dos puntos, pero al menos ya que tiene el respaldo del hombre quien gerencia el país por estos tiempos, sería prudente apoyarlo en su plan de construir tramos de vía férrea para disminuir nuestra dependencia del clima y de la inestable red de carreteras.

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Es hora de pasar del debate desgastante y unirnos en el propósito de un plan nacional de vías férreas o los siguientes meses de lluvia, pronosticada hasta junio próximo, seguirán recordándonos que somos malos planificadores, deficientes constructores y descuidados en las acciones de mantenimiento preventivo.

Porque las fallas geológicas y derrumbamientos de taludes no se ocasionan de un día para el otro, siempre anuncian su llegada con grietas, pequeños desplazamientos semanas o meses antes de suceder un hecho desastroso.

Así que a intentar unirnos todos en procura de solucionar una situación que nos seguirá afectando por años. Y unas vías férreas alternativas pueden paliar este problema.

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