Agua, aire, luz, tiempo y espacio

Por Benjamin Barne… |
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Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.


Si la arquitectura hay que vivirla con todos los sentidos, que mejor ejemplo que la Alhambra y el Generalife. Allí abundan los reflejos que multiplican lo que se mira, transparencias que tamizan las vistas, ventanas que la enfocan, se oye el murmullo del agua, se huelen sus jardines, se “tocan” las texturas de su ornamentación que se repite sutilmente sin ser idéntica, y hasta se pueden imaginar los olores que acompañaban la vida allí. Todo a lo largo de diferentes recorridos acodados y de alturas diversas que deparan sorpresas en cada giro, y que cambian con la luz y el cielo, al paso del día y por la noche, a lo largo del año. Es el sabio manejo del agua, el aire, la luz y el tiempo en el espacio.       

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El agua en estanques de paredes y fondo oscuro, negro o casi, no solo permite el reflejo de fachadas

El agua en estanques de paredes y fondo oscuro, negro o casi, no solo permite el reflejo de fachadas, cielos y luces, sino que en los climas calientes del trópico refresca con solo mirarla, igual que la que corre sonando por atarjeas y acequias o que salta de fuentes o cascadas. Pero además los estanques permiten almacenar el agua de la lluvia como también la utilizada en duchas, tinas y lavamanos, para reusarla en los inodoros, lavar suelos y regar matas. Y para evitar plagas y que se mantenga limpia y sin malos olores, basta con poner en ellos peces y vegetación, lo que al mismo tiempo los vuelve bellos jardines que brindan sosiego, es decir quietud, tranquilidad, serenidad y paz.

El aire, por su parte, tanto lleva como trae. Al cruzar los recintos, aunque no se lo vea como al agua, los refresca con el frio del exterior o, sencillamente al sentirlo, mejora la sensación térmica. Igualmente saca la humedad y los olores y el humo, al tiempo que introduce los aromas de árboles y jardines, pero igual trae el rudo y los olores ajenos, pero es peor vivir en una acuario y sin siquiera una sardina. Y es preciso controlar su intensidad, sobre todo cuando llueve y ventea al mismo tiempo, lo que es muy fácil mediante persianas venecianas, como también lo es impedir la entrada de insectos con anjeos, y a veces hay que ayudar a moverlo pero con lentos y entrañables ventiladores de techo.

Y es la luz la que permita ver la arquitectura -y la vida- y por eso son pavorosos los espacios totalmente oscuros, como les consta a los muertos en sus tumbas. Pero además la potencia al permitir espacios luminosos, como en penumbra o muy oscuros, y sombras que se alargan o acortan sobre paredes y suelos al paso del día. Y en el trópico, con sus casi doce horas de luz durante todo el año, utilizar lo mas posible la iluminación natural es imperativo, pero no apenas para consumir menos energía, sino para brindar más alegría, es decir que su uso inteligente también produce un sentimiento grato y vivo de gozo o júbilo, al revés de la muy fuerte que logra que la gente se sienta vigilada.     

Impresiones del agua, el aire y la luz que cambian en el espacio arquitectónico con el paso del tiempo y a su vez lo marcan, como sucede con las sombras que se mueven en los patios. De la Alhambra y el Generalife escribió Ibn Zamrak, el gran poeta y político granadino del siglo XIV, que “Jamás vimos alcázar más excelso, de contornos más claros y espaciosos. Jamás vimos jardín más floreciente, de cosecha más dulce y más aroma.”  Y lo sigue siendo, al tiempo que dejan muy claro que no existen edificios originales, y que resultan mejores cuando son producto de diferentes construcciones, agregados, modificaciones, restauraciones y contra restauraciones. 

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