El populismo en acción

Por Luz Betty Jime… |
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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


El populismo de nuestro tiempo al igual que en el pasado es practicado por amplios movimientos y partidos políticos, inspirados en diferentes concepciones ideológicas, unas de carácter democrático y progresista y otras encaminadas simplemente a resolver los problemas derivados de las crisis y de la incompetencia de los gobernantes para resolver los asuntos que atañen a las clases que gobiernan el país y la sociedad en general.

En el marco de la sociedad capitalista los populistas tienden en muchos casos a convalidar las políticas económicas y sociales del régimen una vez logran afianzarse en el poder del Estado, en tanto que en otras ocasiones tratan de desmontar las políticas de los gobiernos que han sido derrotados con la lucha política por el acceso al poder.

Para los líderes populistas la voluntad del gobernante debe identificarse con la voluntad del pueblo e interpretar sus intereses y necesidades independientemente de los antagonismos de clase que se expresan en la sociedad. En términos generales los populistas utilizan las reformas para introducir algunos cambios en el orden político y social, casi siempre relacionados con la implementación de políticas en materia de desarrollo de la producción industrial, los impuestos y programas sociales en educación, salud, servicios públicos y demás reformas atinentes a la participación de los ciudadanos en los asuntos generales relacionados con sus intereses individuales y sociales y con los cuales se busca atenuar las contradicciones y conflictos sociales sin erradicar las verdaderas causas que los generan, aplazándose de esta manera la solución real de los problemas concretos de la sociedad.

Desde luego que las reformas que recogen aquellos aspectos positivos relacionados con las conquistas y reivindicaciones sociales, particularmente de los trabajadores y sectores más vulnerables que permiten avanzar por los caminos de la democracia, la paz y el bienestar social son bienvenidos en su conjunto, sin pretender con ello convertirlos en un fin en si mismos, apartando al pueblo del cumplimiento de sus tareas cardinales en su lucha por un cambio social.

Existen algunos populistas que defienden la idea de que el pueblo demanda de quién lo oriente y dirija, debido a su apatía, conformismo y pasividad, visión contraria a la realidad a pesar de que este es objeto de toda clase de manipulaciones y casi siempre es tratado como una masa disponible desde el punto de vista electoral. Y de ahí la necesidad de que los ciudadanos aprendan a desentrañar de las palabras y promesas electorales los verdaderos intereses que representan y defienden los candidatos a desempeñar cargos de dirección, administración, control y vigilancia de los asuntos del Estado y de la sociedad, exigiéndoles siempre que faciliten la participación de los ciudadanos en aquellos asuntos que los afectan en sus intereses individuales y sociales.

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No hay que olvidar que aquellos populistas ligados a determinados grupos sociales afectos al fascismo, el racismo, la xenofobia, etc., no solo constituyen una amenaza y un peligro para la convivencia social sino para la ampliación y desarrollo de la democracia económica, política y social, en tanto que estos en muchos casos utilizan la violencia como instrumento de lucha para hacer valer sus pretensiones y objetivos políticos y acceder al poder o afianzarse en él.

Nuestro país no es ajeno al fenómeno populista que busca acceder al poder del Estado, argumentando que el progreso y el futuro dependen del modelo que se adopte para gobernarlo el cual según se dice, debe estar basado en los acuerdos y pactos políticos con todos los partidos y movimientos que encarnan las diferentes clases, que en nuestro caso están cada vez más polarizadas y enfrentadas unas con otras. Dicho modelo sin embargo recoge los aspectos esenciales del régimen capitalista con algunas modificaciones que como se sabe no afectan la estructura económica y social del gran capital financiero nacional e internacional que opera en el país.

La construcción de una nueva sociedad más justa y equitativa tendrá que pasar necesariamente por un proceso de transición revolucionario de la vieja forma de gobierno, la organización del territorio y del régimen político que caracterizan actualmente al Estado colombiano y que de tiempo atrás ha estado dirigido por una clase política incompetente que ya no tiene la vitalidad para dirigir los asuntos públicos, imponiéndose la necesidad de su relevo del poder del Estado y de la dirección de la sociedad 


Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social

El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social

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