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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.
La crisis global del capitalismo tiende a profundizarse en la medida en que la economía crece cada vez menos y el desarrollo social se ve limitado por las condiciones de pobreza y desigualdad social.
Dicho proceso viene acompasado por una desaceleración de la economía y de una constante inflación que ha generado un alza desmedida de los precios de las materias primas e insumos y de los alimentos básicos de la canasta familiar que afectan directamente a los sectores medios y populares de la población en los países menos desarrollados.
A lo anterior se suma la lucha competitiva de los monopolios transnacionales para apropiarse de nuevos mercados, agravándose con ello las tensiones comerciales, políticas y militares que hoy se presentan con ocasión de la guerra de Rusia contra Ucrania, la cual amenaza con extenderse a otros territorios continentales.
Ahora bien, de acuerdo con algunos pronósticos realizados por el fondo monetario internacional -FMI-, la economía global pasó del 6.1% PIB en el 2021, al 3.4% para el 2022 y no obstante que países como los Estados Unidos de Norteamérica presentan para este año del 2023 una pequeña recuperación y una reducción de la inflación que sin embargo no podrá evitar el proceso de desaceleración de la economía, incluyendo a China que solo crecerá al 5.2% anual.
Esta situación traerá como consecuencia una menor inversión de capital, más desempleo y endeudamiento y por supuesto más pobreza y desigualdad social.
De hecho, los países más pobres y dependientes de las economías de los países más desarrollados, serán los que carguen con el lastre de la crisis económica y social, particularmente aquellos que todavía arrastran los efectos de la pandemia del COVID-19
Lo cierto es que la crisis económica se ha convertido en un fenómeno recurrente y destructivo de la economía de los países, en tanto que el sistema capitalista como tal parece haber agotado las posibilidades para revertir los efectos perniciosos de la misma, la cual no se podrá superar imprimiéndole al sistema y a sus instituciones un ropaje social, popular y humanitario, como lo pretenden algunos sectores políticos defensores del carácter y de la naturaleza eterna del capitalismo.
De esta situación de crisis no es ajeno nuestro país en donde se presenta igualmente un proceso de desaceleración de la economía con una probabilidad de crecimiento de tan solo el 2.8% para el 2023 y del 3% durante los próximos años según estimativos provenientes del FMI. Así las cosas, con dicho crecimiento será muy difícil superar las barreras que imponen la pobreza y la desigualdad social. Y de ahí que resulte un tanto ingenua la petición del ministro de Hacienda, quien le solicita a los empresarios “que moderen la inflación de productos industriales y de servicios”, mientras tanto la inflación como producto del exceso de dinero circulante es aprovechada para disminuir los gastos y las pérdidas que se producen en la economía, elevando los precios de los productos, bienes y servicios que se ofrecen en el mercado, los cuales se trasladan a la clase trabajadora, agravando de esta manera su situación social.
La crisis del capitalismo global no es algo casual ni depende de la voluntad de sus gobiernos. Dicho proceso se hace más evidente cuando se comienza a presentar una disminución del crecimiento económico y del desarrollo social, conjuntamente con el incremento de las contradicciones y conflictos sociales, en tanto se aumenta el parasitismo de sus clases dominantes que ya no cuentan con la vitalidad para dirigir los asuntos de la sociedad y del Estado, los cuales tienden a extenderse e intensificarse, trayendo consigo un proceso de descomposición a todos los niveles de la vida social, que impone la necesidad de sustituir las viejas y desuetas relaciones económicas y políticas por otras que garanticen un desarrollo independiente no capitalista, que les permita a las fuerzas progresistas y democráticas avanzar por los caminos de la paz, la democracia, el progreso y el bienestar social.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social
