Crisis inminente: la caída de la economía mundial

Por Jean Nicolás Mejía H |
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Jean Nicolás Mejía H

Profesional Ciencias políticas - Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. 28 años,  Máster en cooperación internacional y organizaciones internacionales de la Universitat de Barcelona


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Para el Fondo Monetario Internacional, 2022 iba a ser un año de recuperación económica, estimado en un 4,9% en octubre de 2021

En los últimos meses la economía mundial ha empezado a caminar por la cuerda floja, debido a los múltiples acontecimientos que están desestabilizando el sistema internacional. Ahora las economías locales y regionales se están viendo seriamente afectadas con índices de inflación nunca antes vistos, el encarecimiento de la mayoría de productos y servicios y la incapacidad real del sistema por amortiguar la crisis que se avecina.

Para el Fondo Monetario Internacional, 2022 iba a ser un año de recuperación económica, estimado en un 4,9% en octubre de 2021, pero en enero, este porcentaje pasó a ser 4.4% y ya en abril, al 3,6%. El gran catalizador de la inestabilidad global ha sido sin duda el inicio de la guerra de Ucrania liderada por el gobierno de Putin.

El acto político del presidente de Rusia le ha costado al mundo una notable desaceleración del ritmo de crecimiento prevista para la recuperación pos pandemia, en donde las entidades financieras más importantes (Reserva Federal, el Banco de Inglaterra  y el Banco central europeo) han tenido que aumentar los tipos de interés en una búsqueda casi desesperada por sofocar la inflación, causada en esencia por el repunte de los costes energéticos y los efectos colaterales que esto ya está ocasionando (desaceleración en la inversión de energías alternativas y consolidación de las economías extractivas y del combustible fósil).

Ahora, todos los indicadores que disparan las alarmas sobre una inminente recesión económica están encendidos. Los dos últimos trimestres consecutivos han sido de crecimiento negativo, a la vez que las Bolsas acumulan también tres meses de pérdidas generalizadas y es posible identificar la situación de cada economía en función de las dinámicas actuales, lo que en teoría podría trazar un plan de rescate.

Por un lado, la zona euro está más desestabilizada que nunca, pues camina en la cuerda floja. De una parte combate los agresivos precios energéticos (mientras sigue siendo totalmente dependiente de la tercerización de los servicios energéticos rusos), y por otra parte experimenta una rápida desaceleración de la actividad económica generalizada, en gran medida por la situación en Ucrania, y también debido a la aplicación de políticas monetarias sumamente restrictivas, formuladas aplicadas y heredadas de la gran recesión de 2008. El fondo europeo de recuperación económica cuenta con aproximadamente 800.000 millones de euros hasta 2027 como gran amortiguador no solo de la desaceleración ocasionada primero por el covid, sino por el estancamiento por la coyuntura regional actual.

En contraste, Estados Unidos vive un auge exponencial de empleabilidad, tanto que el país roza el pleno empleo (la tasa de desempleo es la más baja en décadas, el 3,6%), pero cuya economía está entre las más golpeadas por la inflación, alcanzando un histórico incremento del 8,6% en el último año. El precio de productos como la gasolina, han aumentado en más del 60% en menos de un año, y de servicios como el turismo han encarecido exponencialmente, afectando de forma dramática la imagen del Presidente Biden y poniéndolo en una situación de desventaja pues podría perder el control y el apoyo del legislativo, claves y esenciales para encaminar la economía norteamericana a una recuperación, como lo hizo Obama los 4 primeros años de su mandato.

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Si bien el plan previsto por la mayoría de los gobiernos e instituciones económica para el rescate es aplicar políticas que tradicionalmente han sido eficaces

A la par se encuentra el gigante asiático -China- y su contracción económica  por primera vez en más de 30 años. La política cero covid que adelanta el gobierno chino ha obligado a las autoridades de ese país a imponer fuertes confinamientos en las principales ciudades del país, lo que ha ocasionado una demora en la infraestructura portuaria, un desabastecimiento global de productos derivados de China, y en consecuencia la pérdida de la confianza del consumidor final, pues las caídas de las ventas generalizadas van desde abril en un 6.7% y en mayo del 11,1%.

Si bien el plan previsto por la mayoría de los gobiernos e instituciones económica para el rescate es aplicar políticas que tradicionalmente han sido eficaces - austeridad en el gasto público, medidas de crecimiento restrictivas, subidas del tipo de interés para fortalecer las divisas -es el caso actual de Estados Unidos- y restablecer la confianza en las economías tradicionales ( esas que están dañando los ecosistemas y generando afectaciones severas al medio ambiente), el sistema internacional necesita otra alternativas para salir de la crisis en la que se está sumando.

Es evidente el miedo y la poca confianza en las economías circulares, el establecimiento de energías alternativas y de establecer un tipo de cambio flotante para las divisas, simplemente porque los paíse quieren mantener su estatus y el orden internacional tal y como está, sin contemplar realmente que ese es el camino directo a la destrucción.

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