Carlos Holguín Sardi

Por Alberto Montoy… |
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Alberto Montoya Montoya

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Una de las más hermosas frases de nuestro partido indica que “el Partido Conservador no sigue hombres sino ideas”

Es uno de los hombres más brillantes que ha tenido el Partido Conservador. Su gigantesco prestigio de Jefe Conservador ha sido un hecho histórico en la política colombiana. Su recia personalidad de combatiente sumada a su incomparable destreza para regir los destinos de un pueblo, lo han convertido en uno de los personajes más apasionantes de la contienda ideológica en esta turbulenta democracia colombiana. Sin duda, ha sido un hombre fuera de serie, con una devoción intensa, emprendedora e inquebrantable por los postulados, la doctrina y los principios del Partido.

Jefe que goza de autoridad en el Partido Conservador, esa autoridad la proporciona sesenta años de militancia, sin posiciones decadentes, ni ocasos que hayan interrumpido su indeclinable perseverancia por construir una invencible trinchera de combate; defendiendo al conservatismo como el más valioso instrumento de su acción política.

Una de las más hermosas frases de nuestro partido indica que “el Partido Conservador no sigue hombres sino ideas”. El Programa de 1849 reiteró ese Principio al exponer que “el conservador no tiene por guía a ningún hombre: eso es esencial en su programa”, “si alguno o muchos de los hombres eminentes del Partido se apartan del Programa, el Partido los abandona, los rechaza”, “el partido no acepta ningún acto ejercido a su nombre, contra su programa”.

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Esos hombres providenciales como LAUREANO GÓMEZ CASTRO, ÁLVARO GÓMEZ HURTADO y CARLOS HOLGUÍN SARDI, han sido unos fiscales morales de la vida política y democrática del país

Sin embargo, en la historia del Partido, se han registrado episodios demoledores en que la masa conservadora ha sido cautivada por hombres providenciales que, con su seguridad, convicción, prestigio, vehemencia y su infalibilidad supieron despertar en la militancia una pasión desbordante siempre latente en el espíritu conservador.

Esos hombres providenciales como LAUREANO GÓMEZ CASTRO, ÁLVARO GÓMEZ HURTADO y CARLOS HOLGUÍN SARDI, han sido unos fiscales morales de la vida política y democrática del país y unos verdaderos representantes de los intereses del pueblo. Esa postura, fue, y ha sido, el rango distintivo de sus vidas. Estos héroes han tenido una existencia con una dignidad ejemplar, colmada de virtudes cívicas en las que se han distinguido por la denodada defensa de la democracia y por el poder de convocatoria de que gozaron. Se trata de hombres que enaltecieron la democracia por la expresión de sus vigorosos trazos vitales, su prodigiosa estatura moral, la inmarchitable fe en sus ideales, su limpidez, decoros ejemplares y sus vidas puras y fulgurantes que los coloca en la prosapia superior de la galería de los varones ilustres que merecen ser recordados como colombianos dignos de gratitud. Pertenecen a la galaxia de los próceres.

CARLOS HOLGUIN SARDI, ha sido uno de los más gallardos y vigorosos conductores de todos los tiempos; el mejor de los Capitanes, alma superior, dotado de una recia condición autoritaria, de una dignidad ejemplar, de una tranquila energía y diamantina pureza, que, con su inmensa figura de patriarca y su insobornable tabla de valores morales, escaló todas las posiciones sin romper la disciplina del Partido. Gozó del prestigio, la admiración, la autoridad y el respeto que se le dispensa a un Caudillo. Por algo es descendiente de Presidentes como Jorge Holguín Mallarino y Carlos Holguín Mallarino. Sus antecesores contribuyeron siempre con fe y grandeza en los destinos nacionales. Desde los abismos del tiempo, ellos guían su vida y su esclarecido rumbo, bajo las categorías imperativas del honor y de la responsabilidad. Sin duda, su árbol genealógico se confunde con el de la Patria. Es un linaje que no se puede ignorar.

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Su talante, lo califica como un Jefe apacible, sereno, admirable y eminente, modelo de prudencia y sabiduría

Su talante, lo califica como un Jefe apacible, sereno, admirable y eminente, modelo de prudencia y sabiduría; catalogado como el más conservador de los conservadores, figura mítica y estelar de nuestra Democracia. Todo lo que afirme podría quedar corto en la dimensión del insigne conductor del Conservatismo. Fue Director del Partido por varios años, Concejal de Cali, Representante a la Cámara, Senador, Presidente del Congreso, Alcalde de Cali y gobernador del Departamento del Valle, Ministro de Comunicaciones y Ministro del Interior y de Justicia. Ha dejado entonces una estela brillante en la historia del País. Ese solo episodio pondera y justifica una vida.

Colombia tiene que aprestarse a rendir un tributo de gratitud y, un testimonio de admiración política a este arquetipo de la inteligencia, cuyo desvelado talento e inquebrantable voluntad, han estado al servicio permanente de la República. Su meteórica trayectoria de numerosos años de vida pública, el paso por muchos cargos, las responsabilidades asumidas en muchas ocasiones, el temple de su temperamento, su imponderable valor patriótico, su memoria prodigiosa y fulgurante, su acrisolada conducta, lo adornan de manera brillante en las sólidas condiciones de un combatiente conservador.

De la mano del tiempo y en la hora presente, puedo señalar que los políticos de dimensión nacional que más me cautivaron fueron ALVARO GÓMEZ HURTADO y CARLOS HOLGUÍN SARDI. Ellos hicieron una política invitante y ostentaron su ideología con fe, con naturalidad y con gran dosis de imaginación, pero, sobre todo, con una vigorosa fuerza argumental, mediante la exhibición inteligente de las ideas que los catequizaron en verdaderos apóstoles de la doctrina conservadora. Estos jefes conservadores en su andar sereno e inteligente han conducido al Partido Conservador, por el camino de la victoria.

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Es hermoso contemplar el espectáculo de una vida pública, inmensa y enriquecedora como ha sido la de CARLOS HOLGUÍN SARDI

Es hermoso contemplar el espectáculo de una vida pública, inmensa y enriquecedora como ha sido la de CARLOS HOLGUÍN SARDI. Su maestría como político, la reciedumbre de sus convicciones, su inextinguible lucidez mental, su poder de conducción y su fascinante capacidad de análisis, lo han convertido en el más integral de los conservadores. La autoridad solemne que se le atribuye, la fama eminente de sus juicios, la obediencia a sus dictados, el respeto que rodea su nombre, lo han hecho ganar un sitial en la historia inmarcesible del Partido Conservador, y, esta divisa, tiene el honor de contarlo entre los suyos.

Estos laureles han sido el galardón de una vida ejemplar, prudente y lúcida. Ha sido un Jefe colosal que, en el proceloso discurrir de nuestra democracia, ha mantenido su influjo sobre el destino político de nuestro partido y, con toda seguridad, conociendo su carácter, lo seguirá haciendo hasta el ocaso de su existencia. Trascienden admirables sus esfuerzos en sus manos renovadoras, para mantener vigente, según el examen de su ideario democrático, los postulados conservadores. Para este Jefe, el partido es como las ramas del Urapán, que se inclinan ante el viento sin romperse o como la de aquellos árboles que se burlan de los más violentos huracanes para levantarse enseguida más verticales, firmes y rectos, demostrando que un árbol está vivo como un pueblo y que derribarlo sería solamente la tarea del rayo.

CARLOS HOLGUÍN SARDI, siempre fue un Jefe que se hizo respetar, esa fue una constante de su existencia. En su vida política nos ha señalado el camino y nos ha conducido con plena sabiduría, y, los conservadores, como soldados del partido, hemos acatado sus preceptos con obediencia y humildad subalterna. En ese contexto, ha mantenido la disciplina de nuestra causa. La sindéresis, la ponderación y el sentido del compromiso histórico es la muestra de su talento, modelo que pocos hombres poseen para ejercer su influjo sobre las multitudes. Nuestro Jefe de todas las horas, ha conservado incólume su influencia, sorteando los naturales obstáculos de la disputa, esquivando riesgos y profesando una capacidad de mando que no solo mantiene la cohesión y la unidad del conservatismo, sino que logra concertar las voluntades en una marcha victoriosa hacia el poder. Su don de consejo será una brújula irremplazable en el deseo anhelante y fecundo de lograr ese propósito y desde la hora de ahora, mi conducta estará signada por siempre con mi gratitud.

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El honor y la grandeza serán el carácter distintivo de su impasible regla de conducta

Quiero destacar a CARLOS HOLGUIN SARDI, con palabras de oro, llevadas al mármol con el que esculpió Praxíteles el Hermes; para que aparezca, como el hombre grande, el hombre de ideales y de principios, el gran conservador, un Jefe imperturbable, Capitán de la patria, el Jefe espiritual de un conservatismo que creyó en él porque sabía y exploraba la profundidad de sus ideas. Este hijo de esta Colombia que lo tuvo por guía, ha expresado con grandeza su grandeza y esa misma grandeza la señala la causa que ha defendido.

El honor y la grandeza serán el carácter distintivo de su impasible regla de conducta. Se precisaban ciertamente, sueños, fantasías, quimeras, imaginación, grandeza de espíritu aventurero y, ese talante, fue el más noble y generoso por la tenacidad del esfuerzo. Mi Jefe ha sido el más puro por la limpia claridad de su vida y ha sido uno de los dirigentes más ecuánimes, lúcidos y tenaces del conservatismo en toda su historia. Su dinamismo como dirigente del Partido le confiere un sitial señalado entre los grandes del conservatismo.

Nos inclinamos con respeto ante la dimensión de su grandeza.

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