Un mico en un pesebre

Por Nicolas Ramos Gómez |
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Nicolás Ramos G

Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP


Era la expresión de los abuelos para indicar que alguien era dañino o desbarataba todo a su paso y que hoy con total propiedad se puede aplicar al actual gobierno, tristemente el de nuestra patria.

Lo que vemos día a día y con total irresponsabilidad es que sin estudios serios y menos sin un análisis juicioso y detallado de lo que viene funcionando y como se puede mejorar, se proponen reformas estructurales, sin duda preparadas por ignorantes en el tema y sin ninguna experiencia en el mismo. Son definitivamente micos en un pesebre.

Proyectar y diseñar una hidroeléctrica, una central térmica o nuclear, una carretera o un aeropuerto, toma, aún para lo más sencillo, no menos de dos a cuatro años por gente experta en el tema. Pero los actuales micos en el pesebre pretenden cambiar el país en unos pocos días y solo pensando que hay que cambiar por cambiar. Nunca pensé que al final de mi vida encontraría que alguien pudiera llegar al gobierno del país siendo tan irresponsable.

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Es indudablemente la escuela de la narco-guerrilla, que piensa que sembrando coca y agrediendo todo lo organizado, serán los líderes que nos permitirán abandonar el subdesarrollo y sin educación de calidad alcanzar los niveles de los países desarrollados con ingresos hasta 18 veces el nuestro que tienen una población sin analfabetas, con muchos premios Nobel y con creadores de nuevas tecnologías. Lo anterior me recuerda a un Secretario de Hacienda cuando se iniciaba el primer plan de pavimentación en el Valle en la administración del Dr. Diego Garcés Giraldo, quien dijo que los constructores tenían la maquinaria lista para empezar y al manifestarle que los estudios no estaban completos dijo: “por eso no se pueden hacer obras de gobierno”.

Con ese criterio el país está lleno de obras inconclusas por lo mal estudiadas o con presupuestos irreales u otras cobradas e irrealizables, como el caso de la ampliación de la vía al Mar hasta el retén forestal, una de las megaobras ya pagada por la ciudadanía. Esas improvisaciones se llaman subdesarrollo, no solo económico, sino mental.

Lo más triste es que cada día estamos más atrás en el conjunto de las naciones y con crecientes índices de violencia, deterioro de la calidad de vida y pensando que sin capital e industrias creativas se pueden repartir recursos que no tenemos.

Como dirían los abuelos, al mico hay que amarrarlo o bajarlo del pesebre para que deje de hacer daños y evitar que destruya el país. Ayer es tarde para hacerlo.

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