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Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.
El inusitado incremento en las tarifas de energía generó las protestas de los usuarios mostrando un fundamentado y generalizado inconformismo. El gobierno nacional inició diálogos con el ente regulador para afrontar la crisis. Finalizando la semana, la comisión reguladora, CREG, consideró prudente revisar y ajustar las tarifas hacia abajo, lo cual se espera ocurriría a partir de noviembre.
No obstante las buenas intenciones y el relativo éxito del gobierno en esta primera ronda, el tema de fondo dejó vacíos del impredecible futuro tarifario y directriz de la entidad reguladora.
Como ciudadano común y usuario, sin conocimiento del tema, solamente con criterio simplista y lógico me inquieta que dicha comisión esté fuertemente presionada por los generadores y operadores del sistema, ante la debilidad asombrosa de representatividad del usuario.
Regular las tarifas bajo el concepto de inflación, índices de precios nacionales e impacto del costo de hidrocarburos es una fabula propia del realismo e imaginario mágico colombiano.
Desde 1960, el país tomó la decisión de aprovechar el abundante recurso hídrico, acompañado de una agreste topografía y construir envidiable infraestructura hidroeléctrica.
En la década de los setenta y ochentas se construyeron los grandes proyectos. Guavio, San Carlos, Chivor, Sogamoso, Porce II y III generan el 50%. En el Valle del Cauca, Anchicayá y Salvajina, diseñada como reguladora de aguas del río Cauca, forma parte de las 33 plantas CHEC. Antioquia alberga 10 de ellas, aprovechando la dinámica de la segunda empresa estatal más importante después de ECOPETROL y EPM.
La crisis energética de principios de los noventa, durante el gobierno de Gaviria, aceleró los proyectos hidroeléctricos y buscó alternativas en termoeléctricas de gas natural, ubicadas principalmente en la Costa Caribe. Y con la entrada en operación de Hidroituango el país tendrá una capacidad efectiva de generación hidroeléctrica superior al 70%.
Así las cosas, donde el recurso primario, el agua, no tiene inestabilidad de precios, no se cotiza en bolsa, y buena parte de la infraestructura física ha sido amortizada durante décadas de operación, porque la Comisión Reguladora acepta en la formula tarifaría descabellados indicadores externos, totalmente alejados del costo de la materia prima renovable.
Un factor fundamental en la medición de competitividad económica es el costo de energía, es precisamente ahí donde debe enfatizarse en el componente más importante de la fórmula tarifaria: El agua como recurso renovable sin costo alguno, de bajo impacto ambiental en el tiempo y afortunadamente de inagotable recurso cuando se acompaña de reforestación y cuidado de las cuencas ribereñas.
Inquieta y preocupa el oligopolio energético en el cual seis empresas manejan el 90% de energías renovables y sin señalamientos, solamente bajo una mirada silenciosa y maliciosa, deja desbocar la imaginación de medir el poder que pueda ejercer ese selecto grupo sobre la comisión reguladora.
