Pasa de todo y no pasa nada

Por Carlos José Holguín |
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Por Carlos José Holguín

Quienes hemos estado como candidatos en campañas políticas sabemos que el tiempo toca dividirlo entre conseguir votos y conseguir dinero, y entre más costosa la campaña más se aplica este principio.

Ya hizo carrera en Colombia de que cada que hay líos por dineros, los candidatos se bajan rápidamente de su responsabilidad argumentando que para eso había un gerente

Por eso resulta inverosímil la excusa que ya hizo carrera en Colombia de que cada que hay líos por dineros, los candidatos se bajan rápidamente de su responsabilidad argumentando que para eso había un gerente y que con que tiempo se iban a fijar en “minucias”. Minucias del tamaño de un elefante y ahora de un mamut.

Por eso la mayoría de los colombianos no creímos el cuento de Samper de que todo “fue a mis espaldas” y hoy la mayoría no creemos el nuevo cuento  que “me acabo de enterar”, pero no importa lo que los colombianos  creamos  o no, lo cierto es que nada va a pasar. En el entonces proceso 8.000 de Samper, mucho más grave y delincuencial  que lo de ahora,  no pasó nada. Se atornillo en el poder, dedicó todo el Gobierno a defenderse, quebró al gobierno con mermelada a los congresistas, a los sindicatos, etc…. y  el gerente de la campaña Botero fue el único que termino pagando unos pocos años de cárcel, como dicen por allí, más por decir tarde la verdad, que pendejo que por otra cosa.

Con Santos no me cabe duda que pasará menos, incluso esta es la hora que parece que legalmente no hay ni siquiera como iniciar una investigación electoral pues el término para ello ya venció, y de llegarse a dar una investigación la sanción resultante será sobre el periodo para el cual fue elegido en esa elección viciada, periodo que ya terminó (2.010 – 2.014) por lo cual no hay sobre que imponer la sanción, y desde el punto de vista penal, desde un comienzo de manera sospechosamente diligente y precipitada,  el propio Fiscal dijo que aquí no hay delito penal, sino faltas o “irregularidades” electorales que corresponde al Consejo Nacional Electoral (CNE), investigar y sancionar.

Pero al menos si quedan unas verdades. La primera es que todo lo anterior demuestra una vez más los altos niveles de corrupción de la política, hace unas semanas hablábamos de lo que se teje en torno de la política local, y ahora vemos que no se salvan ni las campañas presidenciales, que además cuentan con financiación estatal, lo cual hace aún más reprochable las “irregularidades” que se cometen y le resta argumento a quienes creemos que la financiación estatal contribuye a combatir la corrupción electoral, claro que siempre he dicho que ella por si sola no sirve, requiere estar acompañada de muy estrictos controles que por supuesto no existen.

La segunda es que se hizo trampa para ganar, se recibió plata de una empresa extranjera, que está expresamente prohibido, se manejó ese dinero por fuera de las cuentas de la campaña, con lo cual pudiera configurarse prácticas de testaferrato, y se excedieron los topes fijados para dicha elección. Todo ello contribuye sin duda a deslegitimar más un gobierno, ya de por si con graves problemas de legitimidad y amplio rechazo ciudadano, lo que presagia un último año y medio de gobierno negro y agrio para el país.

Es urgente una profunda reforma política y constitucional para poder corregir tanto entuerto

La tercera es la precariedad  y pusilanimidad de nuestro CNE que hace las veces de tribunal electoral, que entre otras no existe propiamente en Colombia, con lo cual el CNE termina teniendo una amalgama de funciones con claros conflictos de intereses, es un poco poner al ratón a cuidar el queso, pues los magistrados actúan y representan a los partidos políticos más que al bien común.

Una vez más todo lo anterior lleva a concluir que es urgente una profunda reforma política y constitucional para poder corregir tanto entuerto y ver si algún día logramos sanear la corrupción política que tanto daño nos hace.  

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