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Nicolás Ramos G
Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP
Al escribir esta nota, la población mundial ya superó los 8.000 millones de seres humanos y ello es preocupante para la salud, en cuidados intensivos, del Planeta Tierra. No sé para qué la NASA, en competencia con China, programan un nuevo viaje a la Luna, satélite inhabitable, para estudiar las condiciones que permitan poder viajar a otro planeta, también inhabitable que es Marte.
Los científicos que planifican estos viajes saben muy bien que el hombre no tiene ninguna posibilidad de habitarlos masivamente y menos que existan los recursos energéticos para que unos pocos y no grandes masas de humanos, puedan viajar a ellos. El planeta más cercano a nuestro sistema solar se encuentra a cuatro años luz de la Tierra y es la estrella Alfa de la constelación de Centauro, visible desde el Hemisferio Sur.
Estos comentarios vienen a colación porque los recursos que las dos grandes economías del mundo como son Estados Unidos y China, gastan en esos estudios y proyectados viajes, que aportan algunos conocimientos tecnológicos que luego se aprovechan, podrían dedicarlos a resolver los crecientes problemas que el calentamiento global, la superpoblación y el deshielo de los casquetes polares vienen causando a la Tierra.
Esta pequeña pelota de 40.000 kilómetros de perímetro en la línea ecuatorial, con el 92% de su superficie cubierta de agua salada, que gira sobre sí misma y alrededor del Sol, con una naturaleza generosa, bien poco la cuidamos, todo lo contrario, destruimos su medio ambiente y acortamos las posibilidades futuras de vida en ella. Es bien sabido que no hay recursos energéticos, ni agua dulce, ni tierras agrícolas para sostener a esta creciente población.
De estos 8.000 homos no todos son sapiens. Basta con venir a Santiago de Cali, que ha crecido no solo en población sino en desorden, incultura, informalidad y bajo nivel de educación. Igual se asombraría don Sebastián Moyano, señor de Belalcázar, después de casi 500 años de haberse afincado en esta tierra con sus hijos nativos y mestizos, de que hoy, supuestos descendientes de quienes salvó de que otros coterráneos en las tierras del hoy Ecuador los cazaran para alimento, y que por razones politiqueras reclaman lo que nunca fue suyo, destruyen como vándalos monumentos que antes debieran cuidar como homenaje a quien salvó a sus ancestros de la antropofagia.
Quienes descendemos de alguno de los 146 compañeros del Fundador, que venían con sus mujeres indias e hijos mestizos, tendríamos más derechos para reclamar tierras que quienes llegaron del hoy Ecuador y, los cuales, sin ningún derecho y menos con motivo alguno, quieran destruir el monumento al fundador de ciudades que nació cuidando cabras cerca del pequeño pueblo de Gahete, en Extremadura y donde existe el Castillo de Belalcázar.
En Colombia todos somos colombianos, pero no colombianos negros, indios o blancos, ya que los de todas las etnias salimos como uno solo de África y el ADN de todos sigue siendo igual en un 99.99% al de los orangutanes.
Los comentarios anteriores nos hacen recordar lo dicho por los científicos que “en el teatro de la Tierra no hay silla para tanta gente” y podríamos agregar que sin posibilidad alguna de ampliar el teatro.
