Cuidemos la casa

Por Nicolas Ramos Gómez |
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Nicolás Ramos G

Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP


Los daños que el calentamiento global viene ocasionando en la Tierra son cada día más preocupantes: desbastadores incendios forestales con miles de hectáreas arrasadas en Grecia y California, inundaciones nunca vistas en Alemania y Suiza, sequías en el oriente de EE.UU., subida del nivel del mar y su creciente contaminación por basuras, migraciones masivas ante la desaparición de la tierra fértil, escasez de agua potable y una población creciente que no puede alimentarse.

Todo lo anterior nos afecta, dado que la atmósfera no tiene fronteras, pero a ello sumamos nuestra indolencia en cuidar nuestro país, rico en recursos naturales y agua en especial. Olvidamos que todo hay que cuidarlo, pues cuando no se hace, se destruye y se agota. Los bosques de nuestras cordilleras son esenciales para conservar y regular el agua y la destrucción de su cobertura boscosa en las zonas con altas pendientes origina sequias en los veranos y dañinas crecientes en los inviernos con pérdida de vidas y bienes.

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Cuidar una cuenta hidrográfica beneficia a su población, pero la suma de todas las cuencas son el país, que ambientalmente es una unidad

Para lograr el indispensable y urgente cuidado de ese insustituible e invaluable patrimonio son indispensables políticas públicas de largo plazo que mantengan el equilibrio entre el consumo y la reposición, máxime cuando la población aumenta o sea buscar un equilibrio sostenible.

Bien se pensó que esa función la orientaría el Ministerio del Medio Ambiente y que las llamadas corporaciones autónomas regionales serían los agentes ejecutores de esa urgente e indispensable política nacional para el manejo ambiental, que debe incluir mejorar la educación de la población en estos temas.

Cuidar una cuenta hidrográfica beneficia a su población, pero la suma de todas las cuencas son el país, que ambientalmente es una unidad. Lo que ocurre en el Páramo de las Papas afecta a todos los grandes ríos del país y las grandes avenidas en las zonas altas afecta toda la ribera de los Río Cauca y Magdalena, por citar un ejemplo.   

Tristemente nada ha ocurrido pues esas entidades brillan por su ineficacia y las corporaciones regionales son nutrida e inútil burocracia politiquera que nada cuidan.

Lamento ser reiterativo en estos temas, pero cuando vemos los desastres a nivel mundial y minimizamos los nuestros o creemos que con unos infantiles “cuentos verdes” cuidamos la casa, mal podemos seguir pensando que en Colombia todo anda bien, es cierto, pero bien mal. Pero lo más triste, sin dolientes y con la ambivalencia de unos predicando la necesidad de aumentar el consumo para mejorar la economía y olvidan que los recursos son finitos y otros pensando en el futuro y la necesidad de cuidar el ambiente sin desperdicios y menos basuras y un mayor reciclaje. No podemos seguir cantando como la Cigarra pensando que todo es alegría y nada pasará. El futuro es hoy y sin posibilidad alguna de emigrar a otro planeta.

 

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