Corinto o el plan del agua

Por Nicolas Ramos Gómez |
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Por Nicolás Ramos Gómez

Lo ocurrido en Corinto tiene nombre propio: la desforestación de la cuenca del Río La Paila y al igual que en Mocoa, se comprueba una vez más lo inútil que es el Ministerio del Medio Ambiente, y a la vista de nuestra  indolencia, ver el Plan Lilienthal, origen de la CVC, en la definición de Alfonso Bonilla Aragón como la “concepción verdadera de poner la economía de la región vallecaucana a girar en la órbita del hombre” pasar al servicio de la politiquería parroquial.

Si el Plan del Agua, estudiado de 1990, no se pone pronto en práctica, lo ocurrido en Corinto se repetirá en muchas poblaciones de la cuenca alta del Río Cauca, y como consuelo, ante cada desastre, tendremos la visita tardía e inútil del Presidente de la República ofreciendo solidaridad. Algo parecido a las antiguas plañideras que se contrataban para llorar al muerto en el velorio.

El Plan del Agua contempla la regulación integral de los ríos de la Virginia a Suárez, es decir embalses y trasvases para guardarla en los inviernos y así poder tenerla disponible en los veranos. Sin esa regulación, ni la agricultura, ni la industria y menos las poblaciones de la vallecaucania tendrán agua en los veranos.

O despertamos a la realidad de lo que ocurre con el cambio climático traducido en mayores inviernos y desbastadoras sequias o estaremos completamente desprotegidos contra esos eventos.

Si no actuamos pronto en adelantar el Plan del Agua, nos faltarán pañuelos para llorar sobre la leche derramada, como el triste cuento de soñadora la lechera. Sin mirar con claridad el futuro este será desastroso y el arrepentimiento de nada servirá ya que hasta las plañideras se habrán  ahogado.  

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