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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.
La política exterior del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica que dirige en esta ocasión el presidente Biden, conlleva a la aplicación de nuevos métodos y procedimientos diplomáticos encaminados a afianzar la dominación económica, política, comercial y militar de dicho país en aquellas regiones y países menos desarrollados que como Colombia dependen de su economía caracterizada por la expansión del capital financiero, que según se dice constituyó para el 2022 cerca del 29% del total de las inversiones extranjeras directas, además de las 650 empresas de origen norteamericano que operan en Colombia en varios sectores de la economía nacional (Portafolio 21 de abril 2023).
Entretanto, dicho país continúa siendo el principal socio de Colombia que se nutre del mercado de la venta de mercancías al igual que de las principales fuentes de materias primas que les generan inmensos beneficios a los monopolios transnacionales que venden sus productos, bienes y servicios a Colombia.
En nuestro caso, el gran capital financiero internacional no solo explota económicamente el trabajo de miles de colombianos, sino que tiene numerosas inversiones en la industria, el comercio, en la agroindustria y en la economía de los servicios además de controlar toda clase de productos exportables como el café, azúcar, el carbón, el petróleo, el oro, etc., dejándole inmensas ganancias en comparación con las que obtiene el Estado colombiano, mediante la entrega de recursos naturales a través de las denominadas concesiones.
La experiencia práctica e histórica corrobora una vez más que los acuerdos y convenios de ayuda mutua y cooperación internacional con el coloso del norte han privado al país de lograr un desarrollo económico independiente, condenado a vivir en la pobreza y en el subdesarrollo, utilizando para ello organizaciones como el Fondo Monetario Internacional FMI, el Banco Mundial, la Ocde, como instrumentos de presión y de avasallamiento con los cuales se protegen los intereses del gran capital monopolista estatal y transnacional que impera en el mundo capitalista globalizado.
Y de ahí, que no sea casual que el presidente Biden en la reunión con el presidente Petro expresara que Colombia constituye ”la piedra angular de nuestros esfuerzos comprometidos para construir un hemisferio más próspero, equitativo y democrático”, palabras estas que ponen de manifiesto la nueva estrategia del gobernante norteamericano de velar la hegemonía que ejercen los Estados Unidos sobre un país que siempre ha sido considerado como una nación de aquellas que hacen parte del patrio trasero de Estados Unidos.
Ahora bien, la intervención del presidente Petro en torno a sus propuestas de carácter económico, político, social, ambiental, aunque no dejan de generar expectativas, no impiden sin embargo bajar la guardia en la lucha política y social por la liberación total del nuevo colonialismo colectivo que ejercen los países más desarrollados como los EE.UU. en contra de los menos desarrollados, en tanto que los Estados y pueblos dependientes de América Latina deben integrarse bajo una nueva forma de cooperación y ayuda mutua acordes con sus intereses y necesidades en materia de crecimiento y desarrollo económico y social y no obstante el asedio y las promesas de algunos países capitalistas que utilizan el lenguaje diplomático como un medio eficaz para mantener su hegemonía y dominación.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social
